Mallorca

Alegres veraneos e incómodos posados: 50 años de Marivent

Los padres de Felipe VI tomaron esta joya como refugio estival, un hábito que perdura

Los reyes y sus hijas en el Palacio de Marivent
Los reyes y sus hijas en el Palacio de MariventAlberto R. RoldánLa Razón

Este mes de julio se cumplen exactamente 50 años de la llegada de don Juan Carlos y doña Sofía al que se convertiría en su cuartel de verano durante cinco décadas. Según cuentan, entraron en él montados en un Seat 1400 en 1973 y, desde entonces, han convertido en tradición el pasar unas cuantas semanas de sus vacaciones en este rincón de la ciudad de Palma que, eso sí, nunca ha estado exento de polémica.

El origen de esta finca es el palacete que se construyó el pintor Juan de Saridakis y que, tras su fallecimiento, pasó a manos de la Diputación Provincial de Baleares por una cesión de su viuda, Anunciación Marconi Taffani. La idea original era que aquel espacio se convirtiera en un museo en honor de su marido fallecido, una misión que se cumplió hasta que el gobierno provincial decidió ofrecérselo a los entonces príncipes de España, Juan Carlos y Sofía, en 1973, que hasta entonces dividían sus días de veraneo entre visitas a Franco en Galicia o a don Juan en Estoril.

Don Juan Carlos y Doña Sofía, junto a los duques de Lugo y la Infanta Cristina y el Príncipe Felipe, en Marivent
Don Juan Carlos y Doña Sofía, junto a los duques de Lugo y la Infanta Cristina y el Príncipe Felipe, en MariventKP©GTRESONLINE

Este cambio de función, eso sí, no estuvo exento de titulares de prensa, ya que los herederos de Saridakis denunciaron al gobierno balear, consiguiendo, al menos, recuperar los bienes que se exhibían entonces. Aunque aquello no terminó con las polémicas: en 2017 se accedió a abrir los jardines al público, otro de los deseos de su primer propietario y una demanda de parte de la sociedad mallorquina. Problemas aparte (que no escándalos), lo que nadie puede negar es el poder de convocatoria que ha tenido este palacio gracias a la familia real española. En los años más gloriosos de don Juan Carlos I, durante los años 80 y 90 del siglo pasado, su visita a la ciudad era todo un acontecimiento, como también lo era ver a toda la familia navegar en el Fortuna. El palacio ha sido testigo, de hecho, de célebres visitas, como la de los príncipes de Gales, Carlos y Diana, que recalaron allí por primera vez en 1986. Tanto les gustó la isla y el lugar que repitieron tres veces más: en 1987, 1988 y 1990, aunque cada vez con más tensión. Las escaleras de Marivent fueron testigos del progresivo distanciamiento de la pareja, como también lo han sido de la evolución de las relaciones de nuestra familia real, restringida ahora a su núcleo familiar.

Son Vent, el chalet de Felipe VI

Este verano, y quizás con motivo de cumplirse el medio siglo de su llegada a este espectacular lugar, la reina Sofía parece querer recuperar al menos unos días el esplendor que tuvo hace unos años su residencia de verano y pretende reunir en sus jardines a todos sus nietos, intentando aislar a su prole de las complicadas relaciones que tienen sus progenitores. Durante unos días, tanto los Borbón como los Marichalar y los Urdangarín podrán pernoctar en los distintos pabellones destinados a sus padres. Marivent no es un solo edificio, sino un complejo.

Así ha sido el 'look' de Letizia en el posado de la Familia Real en Marivent
Así ha sido el 'look' de Letizia en el posado de la Familia Real en Mariventlarazon

En los años 90 a la finca que, según muchos afirman, para doña Sofía es lo más próximo a su querido Tatoi (el palacio de la familia real griega donde ella se crió), se le incorporaron unos terrenos próximos cedidos por el Ministerio de Defensa. Aquí es cuando aparece el también conocido Sont Vent, el chalé destinado a Felipe VI, así como las casas destinadas a las infantas, además de otra de invitados. La masía del actual monarca cuenta con 650 metros cuadrados distribuidos en dos plantas y una buhardilla, con ocho dormitorios, además de un importante salón y un comedor. Allí llegó en 2004 doña Letizia, convertida ya en Princesa de Asturias, y allí, según cuentan, fue también donde se dio cuenta de la exhibición mediática a la que iba a «estar condenada» a partir de entonces. La nube de fotógrafos que la asediaba en cada entrada y salida de Marivent la hizo ser consciente de su nueva realidad, una realidad que parece haber puesto en cuestión el devenir de este impresionante lugar cincuenta años después.