Tesoro de los Saboya
Misterios, diamantes y peleas: las disputadas joyas de la familia real italiana
Tras las declaraciones de Aimone de Saboya se ha vuelto a levantar la polémica: ¿a quién pertenece el joyero real italiano? ¿Y vale tanto como dicen?
En 1976, el joyero italiano Gianni Bulgari tuvo la oportunidad de contemplar una misteriosa caja de piel negra que se custodiaba en el Banco de Italia. Tras abrirla, afirmó: «¿Es posible que esto sea realmente el tesoro del rey de Italia?»
Desde que en 1946 el marqués Falcone Lucifero depositara las joyas de la familia real transalpina en el banco a la espera de que fueran recuperadas por su verdadero heredero, se han escrito muchas páginas sobre qué contenía realmente esa caja. Según afirman algunas fuentes, allí se pueden contar 6.732 diamantes y más de dos mil perlas engastadas en otros tantos diseños. En su día, se llegó a valorar aquel tesoro en 300 millones de euros, pero, según Bulgari, aquella cifra estaba hinchada.
Diferencias irreconciliables
Sea como fuere, la leyenda se había creado y los herederos de los Saboya ya tenían un motivo más para sus disputas internas. Han pasado más de sesenta años desde que aquellas piezas fueran «abandonadas» en Roma y todavía hoy siguen las peleas. La última se ha producido esta semana tras unas declaraciones del príncipe Aimone de Saboya en las que afirmaba que esas joyas debían de exhibirse en un museo, al pertenecer al Estado Italiano. A su primo, el heredero al trono, Filiberto de Saboya, le faltó tiempo para emitir un comunicado en su nombre y en el de sus tres tías asegurando que el litigio sigue todavía en pie, y afirmando que esas eran piezas personales de la familia real, no joyas de Estado, por lo que son ellos sus legítimos propietarios.
Qué esconde aquella caja es una de las grandes incógnitas de Italia y, de hecho, ni su última reina tuvo el placer de lucir aquellas piezas, ya que apenas gozó del trono un mes. La reina María José solo pudo llevarse al exilio sus joyas personales que, de hecho, han servido a los Saboya como un buen salvavidas para sus «apuros» económicos. Una de las tiaras de la casa, un diseño de la casa Musy en diamantes y perlas, se subastó en 2023 en Sotheby’s superando el millón de euros.
Algo menos es lo que consiguió la princesa María Gabriella de Saboya por la tiara Beauharnais en 2007, donde este diseño de perlas rozó los 50.000 euros. De haberse casado con Don Juan Carlos, del que fue novia, habría podido incorporar a la casa española ese modelo además de la tiara de perlas Petochi que, por cierto, lució en Atenas para el baile previo a la boda del príncipe con doña Sofía.
Dos tiaras icónicas
Pese a todo, los Saboya siguen luciendo en las fiestas de la realeza un buen conjunto de joyas de las que Marina Ricolfi-Doria dio buena cuenta en los años que ejerció la representación de la familia junto con su marido Víctor Manuel, el pretendiente al trono. Si todas las casas reales suelen tener una tiara icónica, como es el caso de la diadema de las flores de lis de los Borbones españoles o la Stuart de los Orange, en los Países Bajos, Italia tiene dos. Una, posiblemente siga custodiada en el Banco de Italia. La otra, en cambio, ha sido lucida por todas las reinas italianas en el exilio. Se trata del diseño que realizó en 1904 la joyería Musy para la reina Margarita (la que dio nombre a la pizza). Es un modelo de gran tamaño que se puede lucir de doce maneras distintas, combinando sus perlas, diamantes y conchas.
A esta tiara suman también la del parure de rubíes que lució Clotilde Courau en su boda con Filiberto de Saboya en 2003. Además, disponen del espectacular collar de zafiros y diamantes realizado por la joyería Petochi o el collar de perlas con el impresionante broche de esmeralda. Y no podemos olvidar el set de los nudos de diamantes, una delicada creación realizada para la reina María José. Solo con estas piezas los Saboya disponen de un tesoro que bien podría justificar una riña familiar o hacerse preguntar al propio Gianni Bulgari si, cuando se exiliaron, dejaron realmente lo bueno.