
Retratos
Los misterios del Salón de Gasparini, la estancia en la que los Reyes Felipe y Letizia han sido inmortalizados por Leibovitz
Fue el pasado 7 de febrero cuando Sus Majestades se citaron con la fotógrafa en una de las salas más históricas del Palacio Real.
El Banco de España ha presentado hoy, 26 de noviembre, los nuevos retratos de los reyes Felipe VI y Letizia a manos de la prestigiosa fotógrafa Annie Leibovitz. Fue el pasado 7 de febrero cuando Sus Majestades se citaron con la retratista en el Salón de Gasparini del Palacio Real de Madrid, lugar donde han sido inmortalizados, un salón que ha acogido momentos históricos y que sirvió también para enmarcar los retratos de carácter oficial de los soberanos de febrero de 2020, cuando el Palacio de la Zarzuela los publicó en su web.
El Salón de Gasparini debe su nombre al diseñador italiano Mattia Gasparini, encargado en el siglo XVIII de decorar esta estancia durante el reinado de Carlos III, quien ascendió al trono en 1759. Este monarca, conocido como el "mejor alcalde de Madrid" deseaba que el nuevo palacio reflejara la grandeza de la monarquía borbónica.
Las paredes están cubiertas por papel pintado a mano, único en el mundo, con motivos florales, arabescos y detalles dorados. Predominan los tonos suaves como el celeste, el crema y el blanco, resaltados con toques dorados. El suelo está cubierto de mármoles de estilo rococó. El techo cóncavo del salón está decorado con frescos pintados por artistas de renombre.
Con respecto al mobiliario, fue diseñado específicamente para ese salón. Cuenta con sillas, mesas y lámparas de araña. Además, llaman la atención los espejos colocados estratégicamente para dar mayor amplitud a la sala.
En el salón también se encuentra el Reloj del Pastor, obra maestra de Jacquet Droz, uno de los relojes más exquisitos de la colección de Patrimonio Nacional.
En este salón, el rey se vestía y era también antesala de recepción para los monarcas, donde los invitados esperaban ser recibidos en audiencia. El diseño del salón comenzó en la década de 1760 y Carlos III murió sin verlo acabado. Tampoco acabó durante el reinado de Carlos IV y fue Fernando VII quien continuó con el diseño y quien lo vio acabado: obra que tardó más de 40 años.
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