No solo a ver a Genoveva Casanova

Peter Sisseck, el amigo bodeguero del príncipe Federico por el que también viene a España

Visionario del sector vinícola en España, concede a LA RAZÓN la primera entrevista después de conocerse que su íntimo desde la infancia se coronará rey de Dinamarca

PETER SISSECK BODEGUERO
PETER SISSECK BODEGUEROCEDIDA

Peter Sisseck tiene en sus manos el bálsamo para lavar las inquietudes de Mary Donaldson, enjuagar el alma de Federico de Dinamarca hasta el fondo y curar la tristeza de la reina Margarita. Son los poderes que atribuyó Séneca al vino y estamos ante uno de los productores y bodegueros más cotizados de la Ribera del Duero y del mundo. Es danés, aunque reside en Valladolid desde hace 34 años. No nos equivocamos si decimos que es uno de los hombres de mayor confianza del futuro rey de los daneses y una de las razones más poderosas de sus visitas a nuestro país, más incluso que el gusto principesco por el Madrid noctámbulo.

Por eso mismo, la discreción es imperativo en la conversación que mantiene Sisseck con LA RAZÓN y no seremos nosotros quienes rompamos ese compromiso. De cuna danesa, cultura cosmopolita y alma española, dice que en nuestro país se siente un ciudadano más y cuando negocia lleva por bandera la «marca España». Habla un español perfecto, si acaso es en la modulación donde se percibe su lengua materna. «Con mi nieta, mitad jerezana y mitad nórdica, estoy descubriendo el contraste de caracteres y acentos. El castellanoleonés, que es el que más conozco, es más sobrio, pero esa variedad me fascina», dice.

Los príncipes de Dinamarca, Federico y Mary Donaldson
Los príncipes de Dinamarca, Federico y Mary DonaldsonGtres

Sisseck nació en Copenhague, igual que los hijos de la reina danesa, Federico y Joaquín. Aunque él es de 1962 y saca, por tanto, seis años al heredero de la Corona, se conocen desde la infancia y han compartido momentos y confidencias. Estudió en Herlufsholm, la misma institución privada en la que los futuros monarcas matricularon a sus hijos mayores, Christian e Isabella, si bien en 2021 decidieron retirarlos tras un documental que desveló incidentes de abusos. Fundado en 1565 sobre un antiguo monasterio benedictino, fue concebido como internado para «hijos de nobles y otros hombres honestos».

A Sisseck los años de estudiante le quedan lejanos. «Me matriculé en la Universidad de Agricultura de Copenhague. Me atraía el campo, pero no el cultivo de patatas o cereal, más desde que conocí, con 14 años, a mi tío Peter Vinding Diers, una leyenda vinícola que acababa de llegar de Sudáfrica a Burdeos. Supe entonces que quería ser agricultor, vendimiar mis uvas y tener mi propia bodega. Él me enseñó el oficio y pude aplicarlo cuando, con 28 años y después de una estancia en California, me llamaron como director técnico de Hacienda Monasterio, en Ribera del Duero».

De nuestra tierra le sorprendió que la gente no vendimiara sus propias viñas, pero eso no frenó su afán. En 1995 adquirió 4,5 hectáreas en la Horra (Burgos) con cepas de 1929 y un año más tarde ya tenía 325 botellas Pingus. Con algunas que alcanzan los 1.400 euros, hoy es uno de los vinos españoles más caros en el mercado internacional.

En sus campos nace también Flor de Pingus y un tercer vino de Ribera, PSI; y en Burdeos elabora el Château Rocheyron. En 2017 decidió hacer vino en Jerez y ya tiene su propio fino, sumándose así a la historia y tradición de la comarca. De allí es su socio y consuegro, Carlos del Río González-Gordon, cuyo hijo, Carlos, está casado con su hija Leonora, por lo que el vínculo andaluz se ha vuelto también emocional. Se considera viticultor, enólogo, productor y bodeguero. Controla el producto desde el suelo a la barrica y desde la barrica a la botella. "El vino es un producto del campo y para alcanzar la excelencia tienes que dominar el proceso desde la tierra. Me siento feliz por lo conseguido y por trasladar mis valores".

Peter Sisseck
Peter SisseckHacienda Monasterio

Siguiendo la certificación biodinámica, utiliza en los cultivos un sistema orgánico con la adición al suelo de residuos procedentes de mi propia ganadería. «¿Por qué buscar otro abono si las vacas producen el mejor? Me preocupa el medio ambiente. Hace más de 30 años impulsé la adaptación de los viñedos a las nuevas circunstancias climáticas, como la escasez de agua. Lo que nació como una filosofía personal hoy es necesidad».

Nos habla al otro lado del teléfono convincente elegante, expresivo… Aunque esquive el comentario, su copa de Pingus alcanza categoría regia, y tal vez mística, si imaginamos a este par de amigos, Peter y Federico, departiendo sobre sus desvelos. «In vino veritas» (en el vino está la verdad), clamaba Plinio el viejo. Reconoce que le honraría que en la coronación se brindase con Pingus, pero recuerda que la familia real es productora de vino. «Desde el príncipe Enrique, la familia tiene sus propios viñedos en el Château de Caïx, en Francia». Son los que riegan los eventos y cenas de gala en Amalienborg, la residencia real.

Más de tres décadas entre viñedos le han enseñado cómo hacer un vino excelente, en qué momento cosechar, cómo mantener a raya su frescura y también cuándo celebrar. Entiende que ahora hay motivo. No por la abdicación, sino por la continuidad monárquica. «Ha sido una sorpresa, pero Margarita será la mejor guía que tendrá su hijo en su reinado», zanja.