Crítica de cine
David Bustamante olvida su «tableta de chocolate»
El cantante aclara su aumento de peso e invita a todos los que le critícan a que le acompañen al gimnasio.
El cantante aclara su aumento de peso e invita a todos los que le critícan a que le acompañen al gimnasio.
Son otros tiempos. La «tableta de chocolate» y aquellos magníficos abdominales de David Bustamante se quedaron por el camino y hoy reposan en el baúl de los recuerdos. Quien fuera uno de los cuerpos más admirados del verano aparece en unas recientes fotografías, tomadas en su tierra santanderina, con una barriguita que denota un estado de forma muy distante de aquel que le convirtió en el cantante más atlético y con mejor fisonomía del panorama musical nacional. David justifica esa «dejadez» por unos episodios pasados de ansiedad y a que sus treinta y siete años no soportan el excesivo ritmo de antaño, pero asegura que «sigo entrenando a buen ritmo, y a todos esos que me critican en las redes sociales les invito a que me acompañen en el gimnasio cada día a ver si aguantan lo que yo». Y es que en internet le han llamado de todo, incluidos insultos de mal gusto y faltas de respeto continuas. «Gordo, foca, morsa», son algunos de los apelativos que le lanzan desde que su cuerpo se vio «invadido» por los kilos. Cuando se separó de Paula llegó a engordar doce, y ahora está en nueve por encima de su peso ideal. Y algunos se mofan de las circunstancias con expresiones innecesarias y de muy mal gusto.
Dicen que su ex esposa era su mejor «entrenadora», una especie de sargento de hierro que le impuso una disciplina alimenticia y deportiva de campeonato. No le pasaba ni una. Quería que su marido fuera la envidia de todo el mundo, y lo consiguió. La actriz controlaba hasta su imagen y le sometió a un cambio radical. Se acabó el pelo largo y descuidado, las chupas de cuero, estilizó su cuerpo... Su vestuario y su look mejoraron notablemente. Pero la ruptura descolocó al cantante, por mucho que confesara que la decisión de romper su matrimonio había sido suya. El cántabro ha llegado a reconocer que «hay etapas en la vida en las que la gente puede tener más ansiedad, a unos se les cierra el estómago y a otros nos da por comer... No se puede etiquetar a las personas por su peso».
Las ensaladas y la carne y el pescado a la plancha «impuestos» por Echevarría dieron paso a las fabadas, los cachopos y otros guisos de cuchara. Y es que, a decir de José, un amigo de su tierra chica, San Vicente de la Barquera, «a David siempre le gustó comer lo que más le engordaba, tiene muy buen “saque” y no le hace ascos a los platos abundantes y consistentes. Eso le viene de familia. La verdad es que se ve incapaz de seguir una dieta estricta que le haga perder todos los kilos que le sobran».
No pasa página
Otra persona muy allegada en su momento a Busta y Echevarría desvela a LA RAZÓN que «David no consigue quitarse de la cabeza a Paula, por mucho que flirtee con unas y con otras, es incapaz de desconectar con aquel pasado que nunca volverá. Su actual novia, la bailarina Yana Olina, más parece un “parche” que un proyecto de futuro». Yana no está tan obsesionada por el físico como Paula, y eso que es una mujer con un cuerpo muy «elástico» y casi perfecto. Pero no está tan encima del artista como lo estuvo ella en lo que se refiere a las dietas. Es mucho más discreta que la anterior, no se prodiga como Echevarría en las redes sociales, y sabe ocupar sin complejos ese segundo plano al lado de su chico, algo a lo que nunca se prestó la asturiana. Aquel matrimonio parecía una competencia de egos. Hoy, en horas bajas, no es inmune a las críticas y las burlas ajenas. Establece límites con la Prensa y apenas concede entrevistas si no es por exigencias promocionales. Le gustan poco los periodistas, los esquiva siempre que puede, pero en este último mes ha cambiado su estrategia con respecto a Yana, a la que exhibe en sus actuaciones y a la que prodiga caricias y besos en público. Nada que ver con etapas cercanas en las que negaba una relación sentimental más que evidente. En cierto modo, la bailarina ha traído a su vida la estabilidad que le faltaba, el sosiego y el cariño inexistentes desde que su camino y el de Paula cogieron rumbos separados. La relación entre ambos es de respeto, pero no ha quedado una amistad. Lo único que les une, si es que puede denominarse así, es la hija que tienen en común, Daniella, una niña que adora por igual a su padre y a su madre, y que se lleva muy bien con sus actuales parejas, el ex futbolista Miguel Torres y Yana.
En el terreno profesional, ni Busta llena estadios como antes ni la singladura televisiva y cinematográfica de Echevarría en Mediaset conoce grandes éxitos de público, incluso se ha publicado que en esta empresa se están pensando muy seriamente si merece la pena renovarle el contrato. No son buenos tiempos para ambos por mucho que intenten hacernos creer lo contrario.
Eso sí, Paula sigue siendo una de las influencers más seguidas, y cotizadas, de nuestro país, icono de estilo y de belleza. Las marcas se la rifan, todo lo contrario que a su ex marido. En este sentido, David es un valor a la baja.
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