Dinamarca

«Gucci Helle» se come a Michelle

La complicidad entre Obama y Helle es evidente
La complicidad entre Obama y Helle es evidentelarazon

En la escuela secundaria del barrio inmigrante de Ishoj en Copenhague nadie imaginaba que la presidenta del consejo estudiantil podría llegar a sentarse al lado del líder del mundo libre, pero así ocurrió el martes durante el funeral de Nelson Mandela. Helle Thorning-Schmidt, primera ministra de Dinamarca desde 2011, acaparó todas las miradas mientras se hacía una autofoto con el móvil junto a Obama y Cameron –que escurrió el bulto alegando que posó por «educación»–, ante la inquisidora mirada de Michelle, que acabó sentándose entre su esposo y ella. A sus casi 48 años –los cumplirá el sábado– esta elegante rubia de penetrantes ojos azul verdoso, hija de un profesor de matemáticas, ha conseguido levantar un gran revuelo mediático desde que entró en la política.

En su país la comparan con Marcia Cross de «Mujeres desesperadas», ya que a veces muestra un aire muy rígido. Debido a su gusto por la ropa de diseño y los bolsos, el eurodiputado Freddy Black la apodó «Gucci Helle» en 1999, y aún no ha conseguido deshacerse del sambenito. Aficionada a entrenar y acudir al gimnasio unas tres veces a la semana ahora que sus dos hijas son mayores, el periódico danés «Politiken» la describe como «delgada como una liebre» pero «fuerte como un hilo de seda».

Impresionantes tacones

La determinación de esta graduada en Ciencias Políticas la llevó a convertirse en la primera mujer líder de los socialdemócratas daneses, y a enfrentarse –siempre subida en impresionantes tacones– con sus oponentes políticos hasta ganar las elecciones. En 1996 se casó con Stephen Kinnock, hijo del ex líder del Partido Laborista británico. Su vida no ha estado exenta de escándalos. En 2010 fue absuelta junto con su esposo de la acusación de evasión de impuestos y dos periódicos daneses publicaban detalles sobre los presuntos problemas en el matrimonio. La explosión llegó cuando el rotativo sueco «Expressen» cuestionó la sexualidad de Kinnock, a lo que ella contestó: «Es muy grotesco y sólo puedo decir que no es cierto». Su aplomo es una de las cualidades que nutren su magnetismo con los hombres, especialmente con los políticos: que se lo pregunten si no a Berlusconi, que no dudó en recrearse en su trasero en una cumbre en 2011.