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Hollywood «made in China»

Nicole Kidman fue una de las estrellas de la noche junto a (en la columna dcha., de arriba abajo) Leonardo Di Caprio, John Travolta y Ewan McGregor
Nicole Kidman fue una de las estrellas de la noche junto a (en la columna dcha., de arriba abajo) Leonardo Di Caprio, John Travolta y Ewan McGregorlarazon

Puede que de momento sólo los más avezados en geografía sepan ubicar la ciudad de Qingdao en el mapa, pero pronto esta localidad portuaria del este de China, que está destinada a convertirse en el Hollywood asiático, podría convertirse en ese nuevo firmamento donde el «star system» despliegue todo su esplendor. Al menos, ésa es la intención de Wang Jianlin, el hombre más rico del gigante asiático, que se ha embarcado en un faraónico proyecto para convertir Quingdao en la nueva meca del cine. De momento, se calcula que la aventura ya le ha costado unos 50.000 millones de dólares –que equivalen a 37.000 millones de euros– y, aunque los más escépticos han puesto en duda la viabilidad de este monumental complejo (que llevará el sello de su famosa empresa, Dalian Wanda Group y contará con un área de 3,76 millones de metros cuadrados en los que albergará un museo de cera, un concesionario de coches, hoteles de máximo lujo, un club de yates y un hospital, entre otras estructuras), la capacidad de convocatoria de Jianlin sobre la alfombra roja ha sido la mejor prueba de su incuestionable poder. Además del alcalde de la ciudad y el secretario del Partido Comunista, estrellas de la talla de Leonardo DiCaprio, Nicole Kidman, Ewan McGregor, John Travolta y Catherine Zeta-Jones acudieron ayer a la inauguración del complejo, a pesar de que todavía faltan cuatro años para que el macrocentro abra sus puertas. Por primera vez, un nutrido elenco hollywoodiense paseaba por una alfombra roja junto a sus homólogos chinos, ante la estupefacción y la euforia del público.

Sin embargo, el objetivo de Jianlin es que este tipo de encuentros dejen de ser expcecionales, ya que su intención es que Qingdao entre en unos años dentro de las citas más prestigiosas y sea una parada obligada a la altura de Cannes, Venecia y Berlín. Aunque el festival cuenta ya con el beneplácito de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Hollywood (AMPAS), todavía necesita el visto bueno del gobierno chino, aunque pocos dudan de que le será concedido. A pesar de todo, el empresario, que en su juventud fue soldado del Ejército Popular de Liberación, no duda en afinar su discurso al gusto del todopoderoso partido comunista chino. «La Ciudad del Cine de Qingdao es una medida principal para impulsar la construcción de China como potencia cultural», aseguró Jianlin en la inauguración, donde defendió que contribuirá a crear una «marca china global».

A quienes se pregunten si los actores de Hollywood no desentonaban un poco en medio de tanta propaganda, sólo hay que aclarar un par de datos: Jianlin es desde el año pasado el mayor propietario en la industria del cine, con unas 6.000 pantallas en Asia y Estados Unidos (su objetivo ahora es Europa) y ha sabido ganarse más de un amigo al otro lado del charco con la generosa –y ¿desinteresada?– donación de 20 millones de dólares (más de 14,7 millones de euros) al museo de cine que está contruyendo la Academia de las Artes y las Ciencias encargada de entregar los Oscar. Asimismo, ayer anunció que ya ha firmado acuerdos «preliminares» con varias firmas globales para filmar y producir 30 películas extranjeras al año en los estudios de Qingdao –aunque, eso sí, las producciones tendrán que someterse a la férrea censura de las autoridades chinas–. La advertencia fue clara: aquellos que «primero se den cuenta» de que el futuro del mercado del cine está en China «serán los primeros en recibir beneficios». Por eso, John Travolta no dudó en soltar un discurso conciliador: «Este proyecto impulsará las relaciones entre el cine de ambos países. Estamos aquí, ya se ha asentado la base». Con todo, Jianlin, que preserva con celo su vida privada, ya ha construido todo un imperio alrededor del séptimo arte. Pero su delirio expansivo no se limita al cine: ahora planea invertir en el sector hostelero y de ocio de España. ¿Cómo sabrá una tapa de jamón ibérico a golpe de «gong»?