La Razón del Verano
Imanol Arias: «No soy un moroso»
El actor, imputado en el caso Nummaria por presunta evasión de impuestos, ha sido elegido «vendimiador mayor» de los vinos Pla i LLevant de Mallorca
Imanol Arias toma la palabra junto a las cepas. Le cuesta. El aire acondicionado le ha castigado «y un actor sin garganta es como una jarra que no puede llenarse», apostilla con un hilo de voz. El micrófono hace el resto. «Me honra ser vendimiador de honor, porque sé lo que supone cuidar con mimo las viñas». Así elogia la distinción otorgada por los vinos Pla i LLevant de Mallorca, que considera «una representación de una Mallorca que no está en los laterales, en lo que se ve desde el mar, sino que tiene que ver con la calidad de los buenos alimentos». Acompañado por su esposa, la fotógrafa Irene Meritxel, siempre en un segundo plano, el actor conversa con LA RAZÓN sobre su pasión viticultora, la realidad política y su imputación en el caso Nummaria por evadir presuntamente impuestos de su trabajo en «Cuéntame».
–Procede de una familia humilde, ¿el olfato y el paladar no tienen que ver con el bolsillo?
–Tiene que ver con el amor que te den tus padres y con el sentido de la vida y de la educación que te transmitan. Es verdad que el dinero te permite ampliar tus conocimientos, como yo he procurado con mis hijos. La obligación que tenemos es darles ejemplo, como mi madre hizo conmigo. Ella salió con 14 años, de Riaño (León) a servir, para sacarnos adelante. Y eso es lo que te queda dentro. Luego volvió en un Mercedes como la madre de Imanol Arias y eso me enorgullece.
–¿Y qué queda, por curiosidad, de aquel chaval?
–Creo, sinceramente, que cada día queda más. Porque la vida es un ciclo que se va abriendo y cerrando. Por momentos te puedes despistar con otras cosas, pero al final aflora lo que eres. Al final te acabas pareciendo a tus padres, a tus raíces. Y yo lo noto ahora más que desde hace años represento a un padre en televisión y esto quizá ha hecho que la aproximación a mis cánones familiares sea cada vez más profunda.
–¿Terminará «Cuéntame» o nos adelantará en el tiempo?
–De momento, seguimos con 30 años de diferencia. «Cuéntame» tendrá una vida normal y tendrá su fin. Esperemos que sea el final que merece. A pesar de todas las vicisitudes y avatares que tiene una producción con tantos años, no hay un ejemplo en el mundo comparable, salvo «Los Simpson».
–¿Y usted sin prejuicio alguno porque le encasillen como Antonio Alcántara?
–Decía Fernán Gómez que actuar era, o muy fácil o imposible. Si tienes la suerte de que te haya resultado, uno no se encasilla si no quiere. Si te sigue gustando contar historias, nadie te encasilla.
–¿Y con Irene, su esposa, se siente encasillado?
–Con Irene estoy en una etapa juvenil de nuestra relación. Espero que sea larga y duradera, porque es una mujer que me hace muy feliz.
–Su encrucijada con Hacienda. ¿Es un vino amargo? ¿El caso está avinagrado?
–Es muy difícil seguir hablando de lo mismo. Yo he cumplido con mis obligaciones, espero un juicio, pero ya he sufrido otro. Doy por terminado el juicio mediático y solo espero cumplir con lo que se me diga, igual que he cumplido con el pago de la deuda con Hacienda con el 170 por cien más las multas. Si miras en las listas de morosos, yo no estoy. Por lo demás, aceptaré como ciudadano lo que venga. No fui consciente, pero soy responsable. Eso sí, me cuesta mucho seguir soportando y explicando un juicio paralelo en el que se me ha declarado culpable, más culpable que el juicio formal.
–Como ciudadano, ¿nos merecemos los políticos que tenemos?
–No. Es una línea general en el mundo: se han puesto de moda los payasos rubios despeinados que dicen bobadas y que desarticulan el mundo, lo dividen y lo van a empobrecer en beneficio de algunos. Por otro lado, lo nuestro es una falta de amor por la política bien entendida con una catastrófica sensación de que estamos mejor sin Gobierno.
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