Londres
Andrea Bronston: «Todos los novios me han hecho daño»
No hace falta echarle las cartas para saber que su vida sentimental ha sido un desastre, lo dice ella. Cansada de los hombres, ahora duerme con sus dos gatas, Sacha y Kukla, nombres rusos en homenaje a su padre, Samuel Bronston, ruso y judío, creador de los estudios Bronston y productor en España de películas como «El Cid», «55 días en Pekín», «Rey de Reyes», «La caída del Imperio romano»...
–Decía usted de él que era capaz de vender hielo a los esquimales.
–Era más que un vendedor, era un seductor, un convencedor. Yo le amaba con locura. Me repetía algo que nunca he olvidado: «No hagas nunca a nadie lo que no quieres que te hagan a tí».
–Muchos piensan que es una hija de papá, que heredó una gran fortuna.
–No heredé ni una peseta. Mi padre, que murió de alzhéimer en el 84, después de sufrirlo durante 20 años, estaba en quiebra. Me molesta mucho que piensen que no necesito trabajar porque estoy forrada. He necesitado trabajar desde que salí de la Universidad, en el 78, y las he pasado canutas.
–Durante una década fue famosa como la novia de Camilo Sesto, salía en las revistas del corazón cada semana...
–Es lo único por lo que me conocen, manda huevos. Se ve que no he sabido dar pie para que hablen de mí por otra cosa. Fui mediática sin quererlo y me gané fama de tonta enamorada. Nadie reparaba en que sabía cantar.
Se arrepiente, pero sin golpes de pecho, de no haber abierto la boca para responder a las estupideces, «para demostrar que, de tonta, nada de nada; me arrepiento de aquella imagen de imbécil». Fue chica de coro de Camilo Sesto, Miguel Bosé, Cecilia, Ricky Martin, Bertín Osborne, etc., ha interpretado en español los temas musicales de algunas películas de Disney, fue la doble de voz de una famosa vedette en la tele (¿podría llamarse «negra vocal»?) y ahora canta y hace papelitos en el cine, en las series de TV...
–Intentó cantar en solitario, pero no pudo ser.
–En una casa de discos no me aceptaron porque ya no salía en las revistas y en otra me dijeron que me pusiera tetas y que luego ya hablaríamos. Me quedé a cuadros. ¿Las tetas me las vas a pagar tú?, le pregunté al ejecutivo. No, respondió. Pues que te den, dije dando un portazo.
–Es una superviviente.
–Es lo que mejor me define.
Cuando a su madre la diagnosticaron un cáncer, su marido se la llevó a EE UU, y Andrea se quedó en España, adoptada por Lucía Bosé. En casa de los Bosé en Somosaguas pasó la adolescencia, entre personajes famosos y estrafalarios y los discos de ópera que ponía constantemente Lucía. De su temporada en Londres con Miguel Bosé se podía escribir una divertida novela de iniciación salpicada de porros, desmadres, Andy Warhol y David Bowie.
–¿Qué ha fallado, Andrea? ¿Por qué no ha sido una estrella?
–Porque me vendo muy mal, porque soy muy tímida. Sólo dejo de serlo en el escenario. Me han hecho mucho daño y no me fío de la gente. Todos los novios que he tenido me han hecho daño, hasta que dije basta y corté con el último. Parece que llevo escrito en la frente «puedes putearme». Tengo muy mala vista para elegirlos.
–Ahora, desde el día 2, protagoniza en el teatro La Strada (antiguo Arlequín) la comedia de Juan José Alonso Millán «El cianuro, ¿sólo o con leche?». Hace de mala.
–Más que de mala, de siniestra. Me gusta hacer de mala, quizá por contraste, porque soy una buenaza.
–En las relaciones siempre ha dado mucho más de lo que recibe...
–Sí. En las parejas suele haber uno que quiere y otro que se deja querer. Yo soy siempre la que quiere y el otro, el que se deja querer y me putea.
Cree en la reencarnación y piensa que quizá le vaya mejor (en amores y en todo lo demás) en su próxima existencia. Cree también que engorda con tan sólo respirar y que es mejor actriz que cantante. No liga ni piensa en ligar: «Sólo me miran los viejos». Me cuenta que envejece mal, fatal, «tiene razón Charlize Theron cuando dice que los hombres maduran y las mujeres se marchitan; aunque tú te aceptes, ves que los demás no; a mí siempre me han discriminado: por cantar cuando te ofreces como actriz, por ser hija de papá, por ser mona cuando era mona y por no ser mona después...». Es abstemia. Va a hacer tratamiento de hipnosis para dejar el tabaco. Cantará en el Ritz en la comida de Navidad. Puro swing. Y en la Nochevieja, en un hotel en Mirasierra. «Tengo que ganarme la vida día a día; el futuro lo veo crudo, pero siempre es una sorpresa, ¿no?».
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