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Los Obama: El divorcio y la crisis de nunca acabar

Su matrimonio, según «globe», atravesaría por una delicada situación con constantes discusiones y desacuerdos. Repasamos una relación de 30 años durante los cuales se les ha separado en varias ocasiones

Barack Obama y Michelle Obama en el aniversario del 11-S en 2014
Barack Obama y Michelle Obama en el aniversario del 11-S en 2014larazon

La revista «Globe» llegaba esta semana a los quioscos con un titular explosivo: «¡Michelle y Barack se separan!». En páginas interiores leemos que la separación «es un secreto a voces», que «Michelle quiere más de Barack desde el punto de vista familiar» y que está «increíblemente decepcionada por que él elija pasar tanto tiempo separado de ella». Son frases atribuidas a una fuente «no identificada». «Durante años», abunda, «hicieron todo juntos y Michelle pagó sus deudas por diez mientras estaban en la Casa Blanca. Ella lo apoyó en cada paso, basándose en la promesa de que él la dejaría dirigir su programa de vida futuro y decidir dónde vivirían después de abandonar el cargo. Pero él no ha cumplido su palabra, así que no es de extrañar que Michelle esté furiosa. «Han tenido terribles peleas, de gritos».

Bien, conviene aclarar que el deporte favorito de los enemigos de Barack Obama consistía en dudar de su lugar de nacimiento y/o su fe religiosa. Una actividad en la que destacó sobradamente Donald Trump. Incluso ofrecía dinero a quien le mostrase el certificado de nacimiento del entonces Presidente de los EE UU. Justo detrás estuvo siempre el gusto y morbo que provoca la especular con la ruptura de la pareja. Su divorcio puede que sea la fantasía más o menos calenturienta de quienes nunca los toleraron, pero parece evidente que la imagen que proyectaban, aquella elegancia sin convulsiones ni excesos, provocaba espasmos en unos tabloides hambrientos de mugre.

En realidad basta con pasear por otras publicaciones para cerciorarse de que la pareja no disfruta en común todo el tiempo que le gustaría, pero más por intereses económicos y profesionales que por peleas o celos. Así, y mientras Barack sube y baja del avión en una suerte de gira perpetua Michelle pasa más tiempo en Los Ángeles. Uno y otro enfrascados en la producción de series, películas y libros. Cuenta Maiysha Kai en «The Grapevine» que sus iniciativas pasan por adaptar un libro sobre Frederick Douglass, una serie dramática sobre la II Guerra Mundial, otra basada en la columna de obituarios del «New York Times», otra más dedicada a la nutrición de los niños y una docuserie basada en «The Fifth risk: Undoing Democracy», de Michael Lewis, dedicada a las hazañas de la administración Trump.

¿Y qué hacen entre tanto los aludidos? Pues aterrizar en Martha Vineyard's, la pequeña y lujosa isla muy cerca de Cape Cod (Massachusetts), para veranear. Un enclave elegido antes por presidentes como Ulysses S. Grant y Bill Clinton para pasar sus vacaciones. El mismo que retrató con nombre figurado Steven Spielberg en «Tiburón».

En el periódico de Massachussets, el «Boston Globe», leemos que los Obama están de vuelta en el viñedo. En plural. Por el diario sabemos también que Barack se fue a jugar al golf con la estrella de los Golden State Warriors, Steph Curry, y que «durante su visita el año pasado los Obama cenaron en The Cardboard Box, en Oak Bluffs», mientras «las multitudes atestaban las aceras» con la intención de «vislumbrar al ex comandante en jefe». Poca chicha, en definitiva, si de lo que se trataba era de decretar la destrucción del matrimonio. Pero se ve que los desencuentros supuestos o simulados de Donald Trump y Melania últimamente no dan para alimentar portadas. Que los intrincados juegos de máscaras que teóricamente ensaya Melania, ahora le cojo la mano, ahora no, ahora sonrío, ahora me visto de verde botella, ahora camino un paso por delante, ahora uno por detrás, aburren a la clientela. Eso sí, igual que en el deporte de masacrar a los Obama destaca el propio Donald, indiscutible demagogo en jefe, a cuya vera nadaban todos los periodicuchos y panfletos sensacionalistas, en el caso del propio Trump y su esposa los principales cotillas, los incansables torquemadas, han sido con frecuencia las cabeceras más consolidadas. Cuando se trata de machacar al actual presidente vale todo. Incluido, qué cosas, adoptar las tácticas que deploraban ayer mismo. Cuando otros, menos dignos, las empleaban contra los Obama.

Netflix: el único proyecto que les une

La programación de la plataforma corre a cargo de los Obama. Esta es una actividad imparable que les une desde que ficharon como productores independientes, generadores de contenido «deluxe» y cazatalentos para la todopoderosa Netflix. Fruto de esa labor llega, el 21 de agosto, «American Factory», un documental dirigido por Steven Bognar y Julia Reichert sobre la aventura de un multimillonario chino que abre una fábrica de complementos del automóvil en una zona deprimida del Medio Oeste, antiguo territorio de General Motors. La película, estrenada durante la pasada edición de Sundance, fue elegida por los Obama para inaugurar su participación con la plataforma.