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Ortega Cano presenta a su hijo

Ortega Cano, junto a su novia y madre de su primer hijo biológico, Ana Mª Aldón
Ortega Cano, junto a su novia y madre de su primer hijo biológico, Ana Mª Aldónlarazon

El diestro es un hombre nuevo. A sus 59 años, acaba de ser padre de su primer hijo biológico, fruto de su relación con María Aldón, y está entusiasmado: «Si es como hasta ahora, yo creo que va a ser un niño muy tranquilo. No va a dar mucha guerra», afirma Ortega Cano. El feliz nacimiento coincide con las nuevas noticias sobre el museo de Rocío Jurado, que va camino de convertirse en una obra de El Escorial, aunque allí les falte el empuje de Felipe II. Repiten que el 15 de mayo será la inauguración, sin embargo, no hay claridad entre los responsables del proyecto. Sanlúcar y la Fundación Medina Sidonia son imprescindibles para llevarlo a cabo. Mientras, Amador Mohedano mantiene su exilio playero que tan buenos dividendos proporciona en televisión a su esposa, ahora siempre llorosa, porque sabe lo bien que le funcionan las lágrimas. La pareja estira el distanciamiento para prolongar su fuente de ingresos.

Benito, otra cuñadísima

Rocío Jurado incorporó a Rosa Benito al clan viajero por ser una persona fiel y silente, de ahí su material de archivo inigualable. Compartió experiencias, ahora imprescindibles para subsistir ante las pantallas, y ha resultado ser otra cuñadísima aprovechada, para que luego hablen del histórico Serrano Súñer, padre de Carmen Díez de Rivera, hermana de Sonsoles, llena de gracia al lucir como nadie, ni siquiera como mamá Llanzol de Icaza, los trajes de Balenciaga: «Me enseñó a planchar camisas», afirma. Sonsoles descubre cómo Ramón Esparza fue el amigo del mago de la costura sólo equiparable a Pertegaz. Yo conservo bocetos de Esparza, especialmente de «Colomba», uno de los grandes musicales de Celia Gámez, que presentó en el teatro Alcázar, rebautizado comercialmente bajo el nombre de una entidad financiera. El Ayuntamiento debería exigir respeto a los locales históricos, como lo hace Londres con sus ancestrales coliseos. Celia sigue ignorada en el callejero madrileño, al que aportó cien chotis y pasodobles. El suyo es un caso vergonzoso de desagradecimiento. Uno similar sucede en Chipiona con el museo de Jurado, que albergará más de 300 trajes cedidos por su hija Rociíto. Noto cierto escepticismo y sobrevuela un «qué será, será» alarmante, porque la Junta de Andalucía no permite abrir el museo supervisado por Amador, quien ha sido responsable de varios fiascos escenográficos durante la carrera de su hermana. Por el momento, ya hay tres millones perdidos entre Sevilla y la playa gaditana, ahora abarrotada de pedruscos. El museo va para largo. Si llegan a abrirlo. Que lo dudo.