Crónica
Puertas giratorias para ocupar silla de tertuliano, qué epidemia
Estoy desmoralizado, le grito al televisor: siempre he querido ligarme a una escritora de novelas eróticas y al final se me ha adelantado el obispo de Solsona. Maldita vejez. Lo imagino inmerso en las fantasías de las «50 sombras de Grey» mientras yo trato de interpretar a Ada Colau, que ahora va a expulsar a los Reyes Católicos del callejero barcelonés no se sabe muy bien si por reyes, por católicos o por aquel claro caso de xenofobia que fue la expulsión de Boabdil de Granada en el siglo XV. Discriminación y delito de odio, vade retro. Ha debido pesar en su decisión que la venta de las joyas de la corona para ayudar a Colón también sirviera, según le contaron, para crear un fondo que luego emplearía Franco para ganar la guerra civil. Mientras, en la pista central del circo vemos cómo las puertas giratorias han cambiado de sentido: antes colocaban a ex ministros en consejos de administración y ahora los sientan en las tertulias de radio y televisión. Ya no quieren ser jarrones chinos mudos con chofer a la puerta, ricos pero desaparecidos en combate. Ahí están Carmen Calvo, Aguirre, Margallo, Villalobos, Ábalos, Cifuentes… y por supuesto Pablo Iglesias, que ha hecho el Camino de Santiago (Carrillo) para volver a donde solía. En su debut televisivo, José Luis Ábalos fue despedido por el presentador con un «vale más por lo que calla que por lo que dice». Él se limitó a asentir. Tendría gracia que a los ex políticos tertulianos les acabarán pagando por no decir casi nada, como cuando estaban en el cargo, resucitados ahora cual portavoces de su nimiedad o de sus partidos nunca abandonados. Recordemos aquella declaración fastuosa de Celia Villalobos en Masterchef: «Conozco a ministros que dicen que la mejor forma de ser ministros es no hacer nada». No hay problema: llegan a las tertulias muy acostumbrados de casa. Así que serán jarrones chinos, pero con voz y en el centro de los focos. Ábalos está en «Todo es mentira». Cantaba Gardel: «Verás que todo es mentira/ Verás que nada es amor/ Que al mundo nada le importa/ Yira, yira…». No creo que el ex ministro de Transportes cante por Caracol: «Vino amargo es el que bebo/ por culpa de una mujer…». Ay, Delcy.
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