Opinión

La crónica de Amilibia: Ya hay patatas fritas con sabor a vagina

Bolsa de patatas fritas.
Bolsa de patatas fritas.larazon

La cosa está rara. Crece el cibersexo y, curiosamente, también aumentan las enfermedades sexuales. ¿Se propagarán las bacterias por el wifi? La ciencia dirá que no. Tamara Falcó, que el libertinaje sexual nos puede llevar al infierno. Por si acaso, Loles León, confiesa darse placer con sus aparatitos: «Soy independiente para autosatisfacerme en el sexo». Lleva 17 años sin decir «te quiero» a un hombre. Pero ahí le gana Bertín Osborne: «He salido con muchas señoras, pero yo no digo “te quiero” nunca». Ni por whastsapp. Ivonne Reyes declara que le da un poco de «yuyu» utilizar las tecnologías para ligar y otros menesteres, pero es que, además, los chicos ni se le acercan. Abstinencia, seguridad absoluta.

La industria de juguetes sexuales prospera. Y la venta de las “«velas con olor a vagina» de Gwyneth Paltrow, también. A 75 dólares cada una. No me parecen caras, habida cuenta la trabajosa elaboración del producto, imagino. La actriz explica que con ellas quiere llevar a nuestras narices «fantasía, seducción y una calidez sofisticada». Y más: «Lo mío es una provocación para decir lo increíble que es ser mujer, así que esta es una vela subversiva para todas nosotras». Ahí está la nueva subversión, la gran revolución feminista a toda vela que incluso ha llegado, no sé si con la bendición de Irene Montero, a las patatas fritas, sí, «con sabor a vagina». Las probaron en el programa «Cuatro al día». Ana Terradillos, la presentadora, las olió con cara de asco.» ¿Para cuándo con sabor a pene?», apuntó una tertuliana. Ay, eso sería machismo patatero, nena.

Para los viejos que estamos a dos velas, podrían servirnos de consuelo aromático las de la Paltrow. Con las patatas no me atrevo hasta que opine Alberto Garzón.