Opinión

El diario de Amilibia: Contra el odio, Cristina Pedroche

"El presi debería nombrarla mediadora para derribar todos los muros de la patria nuestra"

Cristina Pedroche en las campanadas.
Cristina Pedroche en las campanadas. Jean Marc Manson

La tienen ante sus ojos, casi desnuda, como las hijas de la mar, y no se han percatado del fenómeno. Cristina Pedroche, la más popular de España una vez al año, cuando le preguntan si alguna vez pensó en dejar las campanadas, va y dice: «Jamás pensé abandonar, ni cuando sufrí los peores comentarios el día después. Si dejo de dar las campanadas gana el odio, y eso no puede pasar». Ahí la tienen, fresca y lozana como la ensalada al revés de su marido Dabiz Muñoz, imagino que deconstruida y esferificada, que pueden degustar en DiverXo por tan solo 365 euros. Ella, la Pedroche, no la ensalada, es el antídoto contra el odio que tanto ansiamos. El presi debería nombrarla mediadora para derribar todos los muros de la patria nuestra. Tapados sus pechos y el mismísimo con algodonadas nubes blancas de paz y amor, podría ser la amazona que derrotara al cainismo en todas sus formas, deconstruidas o no, campanada a campanada, cual arcángel anunciador de una nueva era.

Para ganar fuerza, la Pedroche podría solicitar la ayuda espiritual de la Reina Sofía. La Reina Madre, supersticiosa, es toda ella un talismán. Muy aficionada al mundo esotérico (charlas con J. J. Benítez e Iker Jiménez), lleva toda suerte de amuletos en sus collares y pulseras: ojos turcos (ideales contra el mal de ojo, la envidia y la mala suerte), cruces griegas, tréboles de cuatro hojas e incluso, cuentan, higas romanas, manos de Fátima y herraduras con piedras de la suerte. Sueña que así, ni el odio de Rufián podrá gafar la Zarzuela.

Mi vecina Carlota está preocupada por si a su nieto podrían acusarle de incitación al odio a Sánchez por haber destrozado el Pinocho que le trajo Papá Noel. Le he aconsejado que, por si acaso, no lo airee.