Coronavirus
Miguel Carrero López (PSN): «En esta crisis las decisiones fueron, titubeantes y tardías»
El presidente de Previsión Sanitaria Nacional denuncia la “absoluta desconsideración que se ha mostrado ante el ser humano, tanto en su faceta física como en la espiritual”
Médico de profesión, es presidente de Previsión Sanitaria Nacional (PSN) desde julio de 1998. El Grupo PSN cuenta en la actualidad con alrededor de 650 empleados
¿Qué labor realiza PSN y desde cuándo?
Somos un grupo empresarial vertebrado en torno a una mutua de seguros con 90 años de historia. Inicialmente PSN nace en el seno del colectivo médico para posteriormente ampliar su influencia al mundo sanitario y desde hace 20 años ofrece un servicio integral a toda la comunidad de titulados universitarios. Nuestro principal objetivo es la protección personal, familiar y profesional del colectivo, mediante seguros, productos de inversión, planes de pensiones, residencias de mayores, escuelas infantiles, residencia de vacaciones, consultoría en protección de datos y nuevas tecnologías...
¿Quién puede acceder a vuestros servicios y qué ventajas suponen?
Estamos focalizados en los profesionales universitarios de este país y sus familias. Es un grupo social con características y necesidades muy concretas y eso nos especializa para ofrecer soluciones específicas y muy exclusivas. Además, al ser un grupo empresarial, prestamos servicios que van más allá de lo puramente asegurador en relación con otras necesidades del colectivo.
¿Qué importancia ha tenido la prestación de estos servicios durante la pandemia del Covid-19 y cuál ha sido vuestro papel?
Lo primero que hay que tener en cuenta es que la labor aseguradora es una garantía en tiempos difíciles como los que está tocando vivir. Sin ir más lejos, nuestro seguro de incapacidad laboral es una garantía para todos aquellos profesionales que han tenido que estar de baja porque les ofrece una cobertura económica. Más allá de esa labor, desde el primer minuto hemos puesto especial atención en proteger a nuestros empleados y mutualistas a la vez que continuamos ofreciendo un servicio presencial con limitaciones, pero necesario. Internamente hemos puesto en marcha permisos retribuidos ligados a vacaciones que la empresa cofinancia, hemos garantizado el teletrabajo, hemos prestado especial atención a empleados con patologías previas o con familiares de riesgo y realizamos test específicos de la enfermedad con medios propios, a falta de medios públicos. Respecto a nuestras otras actividades, tuvimos que cerrar temporalmente nuestras escuelas infantiles por motivos obvios, y trabajamos con especial preocupación en nuestra residencia Los Robles Madrid, con ausencia de ayuda alguna en medios de protección, lo que ocasionó numerosos contagios del personal, que tuvo que ser reforzado pero, gracias a la extraordinaria capacidad y diligencia de nuestro personal hemos soportado una incidencia mínima entre nuestros residentes. Los mayores en esta crisis han sido los grandes ignorados, el colectivo más vulnerable, que abandonado en los programas oficiales, ha pagado muy caro la indiferencia, y la deshumanización de unas normas abocadas al olvido y la selección asistencial. Situación aderezada con una campaña, o mejor dicho, un ataque generalizado e injustificado a los centros, en muchos casos alentado desde la demonización de la gestión privada, cuando se trata de una actividad regulada y sujeta al control de la Administración, quien sin duda tiene una doble responsabilidad. Finalmente, pusimos a disposición de las autoridades sanitarias nuestro Complejo San Juan como hotel medicalizado, en el que se han atendido a pacientes, a la vez que ha servido para el descanso y aislamiento de numerosos sanitarios de la zona y del Hospital próximo. En otras palabras, hemos hecho un esfuerzo para cuidar aún más a nuestro colectivo que con encomiable entrega es quien cuida de toda la Sociedad.
¿La pandemia os ha golpeado económicamente?
Sin duda esta situación va a tener consecuencias económicas muy duras para todos. En el contexto asegurador, es cierto que quizá sirva de acicate para que socialmente se valore más la protección, la garantía que suponen las pólizas de seguros, que además siempre se ha mostrado como un sector fuerte, solvente y anticíclico. Dicho esto, es innegable que el impacto en el consumo será brutal y nadie va a ser ajeno.
¿Esta crisis sanitaria concienciará más a los españoles sobre la importancia de estar protegidos?
Podemos encontrarnos con la paradoja de que haya más gente convencida de la necesidad de asegurarse pero esté imposibilitada económicamente para hacerlo. España es una sociedad cada vez más consciente de las ventajas de la previsión, pero aún estamos lejos de otros países de nuestro entorno, en los que tener un seguro está más arraigado. Si a ello unimos el fuerte endeudamiento que ya soporta nuestro país la situación es particularmente grave.
¿La crisis sanitaria se ha gestionado bien?
Sin duda en la gestión de esta crisis ha habido importantes agravantes. Es evidente que no es sencillo gestionar situaciones de incertidumbre, pero también es cierto que las decisiones que se adoptan con carácter previo y durante la propia evolución de una crisis tienen una importancia capital en su control, bien para aliviarla, bien para agravarla. En este caso, por experiencia ajena, con tiempo suficiente y antes de declararse el estado de alarma, ya se sabía el terrible poder de contagio del virus y, clínicamente también se conocía su letalidad sobre determinados colectivos. En este sentido creo que se adoptaron decisiones tardías, titubeantes y guiadas por una estrategia ajena a la protección de la salud de la población y a su consideración humana. Creo que ha faltado competencia y humanidad. Y el resultado ya lo conocemos: más de 230.000 diagnosticados (el 5% mundial y el 12,5% de Europa), cerca de 28.000 fallecidos (casi un 9% de los muertos en el mundo y el 66% de ellos son ancianos que estaban en residencias), más de 50.000 sanitarios contagiados, el 22% del total… Los datos son elocuentes. Pero creo que si hay algo que es importante denunciar es la absoluta desconsideración que se ha mostrado ante el ser humano, tanto en su faceta física como en la espiritual. El ejemplo más evidente de esta desconsideración lo han sufrido las miles de familias que no han podido acompañar a sus seres queridos, que han fallecido en una inhumana soledad que ha matado tanto como la propia Covid-19.
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