Economía
La apuesta de la banca por la igualdad
Podríamos definir la exclusión social como aquellas desigualdades que existen entre diferentes grupos de la población para acceder a los bienes y servicios que permiten el desarrollo personal, social y económico de las personas
La conciencia sobre la negatividad de la exclusión social es cada vez mayor, pero en nuestros días sigue siendo una realidad en todo el mundo. La pobreza, la desigualdad social, la vulnerabilidad y la marginación son algunos de los conceptos que caracterizan la exclusión social y cuya extinción es necesaria para lograr un mundo más inclusivo, justo y sostenible.
En este sentido, la falta de acceso a recursos financieros es una de las cuestiones más complejas de tratar cuando hablamos de exclusión social. Según las cifras proporcionadas por el Banco Mundial, un 32% de los adultos a nivel mundial no tiene acceso a la banca ni a servicios financieros. Además, este porcentaje aumenta si nos centramos en dos segmentos específicos de la población: adultos con sueldos bajos y mujeres.
Viendo estos datos, se deduce que el empoderamiento financiero es clave para reducir la pobreza y mejorar la prosperidad para, así, promover la inclusión social. El acceso a productos y servicios financieros tiene un gran impacto en los ciudadanos, ya que les permite mejorar sus condiciones de vida.
Banco Santander mantiene su firme apuesta por jugar un papel activo en la inclusión social, dando por hecho que el papel de los bancos es vital para poder conseguir que las comunidades menos privilegiadas puedan tener total acceso a los servicios financieros. Ana Botín, presidenta de Banco Santander, expone cuál es la mentalidad y el compromiso del banco que preside: “la progresión económica y la progresión social van de la mano”.
Empoderamiento financiero e inclusión social
La prosperidad económica es un factor clave para el desarrollo de las personas. La inclusión social también necesita de la inclusión financiera como motor que estimula las economías de las familias y las empresas. Un punto crucial en el que la banca debe asumir un importante rol de facilitador: en primer lugar, garantizar el acceso a estos productos y servicios financieros de calidad; en segundo lugar, ofreciéndolos a un precio razonable y de manera responsable, siempre ajustado a las necesidades de sus beneficiarios; y por último, fomentando una educación financiera que garantice un mejor uso de los recursos económicos.
Al mismo tiempo, y a pesar de los esfuerzos de la banca por reducir la brecha social y económica entre los diferentes segmentos de la población mundial, queda mucho trabajo por hacer. Sobre todo si tenemos en cuenta que el grado de ‘desbancarización’ de los ciudadanos en todo el mundo es del 32%. Es decir, tres de cada diez personas no tienen acceso a productos y servicios bancarios.
Esto se traduce en que alrededor de 1,7 mil millones de personas en el mundo no están bancarizadas, dentro de las cuales, existen 230 millones de adultos no bancarizados que trabajan en el sector privado y que reciben su nómina en metálico. Aunque el uso de los nuevos dispositivos móviles es, en su mayoría, generalizado, 1.1 mil millones de adultos no bancarizados tienen un teléfono móvil, pero solo el 25% tiene acceso a Internet.
Por regiones geográficas, la zona del Pacífico y Asia del Este es la que ofrece el mejor índice de desbancarización con un 29% de la población, seguido de Asia del Sur con un 30% de la población, Europa y Asia Central con un 35%, Latinoamérica y el Caribe con un 46% y finalmente, Oriente Medio y África son las regiones que muestran un mayor índice de población debancarizada, en donde un 57% de la población no tiene acceso a servicios financieros.
Con respecto a la inclusión financiera, el panorama cambia. En América Latina y el Caribe, solo el 45.8% de la población mayor de 15 años tiene acceso a servicios financieros básicos. Un ratio más bajo que el promedio global de la población mundial (61%) y más bajo que la mayoría de los países en vías de desarrollo, incluyendo Asia Oriental y el Pacífico, Europa Oriental y Asia Central, Oriente Medio y África del Norte (71.6%, 58.2% y 52.8%, respectivamente).
La responsabilidad social de la banca
Banco Santander centra su trabajo en áreas donde su actividad puede tener un mayor impacto a la hora de ayudar a las personas y también a la prosperidad de las empresas. Como entidad bancaria, tiene las capacidades necesarias para asegurarse de que el crecimiento es inclusivo y a su vez sostenible. Para llevar a cabo esta línea de acción, se centra en tres puntos clave: en primer lugar, el acceso a los servicios financieros tradicionales que permitan que las personas que no tienen acceso a los bancos puedan disfrutar de, al menos, unos servicios básicos.
Seguidamente, dispondrá de una oferta de productos y servicios que apoyen el crecimiento en la economía de las personas con pequeños ingresos, familias con dificultades económicas y grupos más vulnerables. En tercer y último lugar, llevará a cabo el desarrollo de programas e iniciativas que mejoren el conocimiento financiero de las personas: facilitar la comprensión de los conceptos financieros para ayudar a que la gente tome decisiones financieras más acertadas.
Sobre estas bases, Banco Santander ha marcado su compromiso para el periodo entre 2019-2025: enriquecer financieramente a 10 millones de personas. Uno de los programas que más destacan es Santander Ayuda, a través del cual se apoya con 400.000 euros al año a un total de 80 proyectos sociales que se desarrollarán en el ámbito nacional.
Otro proyecto destacable, esta vez en Brasil, es Prospera Santander Microcrédito. Este proyecto ayuda a crecer a las pequeñas empresas de Brasil para ayudarles a progresar y mejorar, puesto que, cuando un emprendedor crece, también crece su comunidad. Con este proyecto se han ayudado ya a más de 500.000 emprendedores en 600 municipios de Brasil.
Según el informe de Thomson Reuters 2018, que destaca las 100 empresas más inclusivas y diversas del mundo, incluye a Accenture gracias a una “cultura de igualdad donde todos pueden crecer” y a Gap Inc., una compañía que cuenta con un Consejo de Diversidad e Inclusión y un Equipo de Diversidad e Inclusión Empresarial.
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