Banca digital
La banca del futuro, cada vez más presente
La mitad de los españoles ya hace sus transacciones por internet. Es una práctica cómoda, rápida y, además, fiable, gracias a la aplicación de los más sofisticados sistemas de seguridad
En poco más de una década, la banca digital ha pasado de ser el capricho de atareados clientes sin tiempo a convertirse en una herramienta imprescindible para hacer operaciones bancarias y tener al día las cuentas corrientes.
Ciertamente, el mercado de la banca digital ha evolucionado mucho desde que pioneros nativos digitales como Openbank iniciaran la carrera para buscar la forma de ahorrar tiempo y desplazamientos al cliente. Ahora, los servicios bancarios del futuro pasan por el concepto “todo desde el móvil” y por unos estándares de seguridad a prueba de los consumidores más recelosos.
Las estadísticas oficiales demuestran hasta qué punto la banca del futuro es ya una realidad. El último informe de Eurostat, correspondiente a 2017, señala que el porcentaje de usuarios del internet banking en España ha pasado del 16% de 2007 a un 46% en 2017, una cifra que al cierre de este año seguramente superará el 50%. Es decir, nada menos que un crecimiento de 30 puntos en apenas una década, una velocidad de crucero a la que muy pocos sectores económicos se pueden apuntar.
Asimismo, las transacciones en internet han pasado de suponer 35 millones de euros en el año 2014 a llegar a 206 millones en 2017.
El perfil del usuario de banca digital
El perfil de usuario de esta banca electrónica del futuro es el de una mujer trabajadora de menos de 39 años, con hijos, residente en poblaciones de más de 200.000 habitantes y con ingresos mensuales de entre 3.000 y 5.000 euros en el hogar, según una encuesta realizada a 3.500 clientes. De acuerdo con el estudio, el 40,8 % de los usuarios de smartphone ha recibido un mensaje de texto de su entidad bancaria a lo largo de un año y el 19,8% afirma haber usado alguna aplicación de pagos en ese período. El sistema más utilizado es Paypal (28,9%), seguido de Amazon Payments (15%).
Pero quizás la grandeza de esta fiebre por las fintech está en que no es excluyente, sino complementaria, ya que un tercio de estos clientes online sigue yendo al menos una vez al mes a la sucursal física para realizar una consulta. Y es que el empleado de la oficina bancaria sigue estando disponible para cuando haga falta.
Las ventajas de la banca online
Las estadísticas demuestran, en definitiva, que los clientes son ya plenamente conscientes de todas las ventajas que tiene la banca digital. La primera de ellas, un ahorro en tiempo y, por tanto, en dinero, un activo muy valorado por las empresas.
La segunda, la flexibilidad horaria y geográfica, especialmente importante en un mundo laboral en el que estar disponible 24 horas días los siete días de la semana es algo ya innegociable para muchos clientes.
El tercer mérito de esta nueva forma de banca es el de una mejora tanto de las condiciones de las transacciones, con menos comisiones, como el de las promociones y ofertas, invitadas habituales en las webs de los bancos.
El cuarto, la transparencia, con un diseño de las apps o de las páginas webs en las que no hay ni trampa ni cartón.
La batalla por la seguridad
La última de las ventajas ha sido la más difícil de lograr, pero ha permitido al sector sobreponerse a uno de los “sambenitos” que le ha perseguido desde sus inicios: el de que hacer operaciones por internet no es seguro.
Para desmontarlo, ha ido incorporando en todo este proceso los más sofisticados sistemas de seguridad en internet. El último de ellos lo ha puesto en marcha precisamente el pionero en las transacciones online, Openbank, que ha lanzado un administrador de claves y datos que almacena bajo los más altos estándares de seguridad las contraseñas de cada cliente, así como un sistema de gestión de tarjetas y dispositivos.
Un administrador de contraseñas
El banco 100% digital del Grupo Santander se ha convertido en la primera entidad del mundo que pone al alcance de sus clientes un administrador de contraseñas y datos totalmente gratuito. Gracias a la agilidad y a los altos estándares de seguridad que ofrece la tecnología con la que trabaja la entidad, todos los clientes cuentan con un espacio dentro de la app del banco (iOS y Android) en el que podrán guardar las principales contraseñas y datos que utilizan en su día a día. Con ello, un número ilimitado de claves pueden ser almacenadas con la máxima privacidad y seguridad en la plataforma de Openbank.
En primer lugar, el cliente debe crear su espacio donde guardar sus contraseñas con una clave de acceso única que deberá recordar. Ni siquiera Openbank tendrá conocimiento de estas claves. Una vez acceda a dicho espacio personal, podrá consultar cada contraseña almacenada con sólo deslizar el dedo o acceder a detalles de la misma entrando en el apartado de cada una.
Además, Openbank estrena un nuevo agregador de cuentas, que permitirá conseguir una imagen panorámica de nuestra situación financiera, aunque tengamos cuentas y productos contratados en otras entidades. Los clientes pueden visualizar los datos de sus cuentas, préstamos, hipotecas, seguros, depósitos y productos de inversión de otros bancos con el fin de conocer cuál es su situación financiera global y tomar así mejores decisiones con una información más completa.
Y una última novedad: los clientes de Openbank disponen a partir de ahora de un menú para configurar dónde y en qué canales o dispositivos se podrán usar sus tarjetas. A través de la web y la app del banco ya está disponible un cuadro de mandos en el que podrán ajustar, en primer lugar, en qué países del mundo pueden apagar o encender sus distintos instrumentos de pago. Así, un cliente puede elegir que sus tarjetas estén bloqueadas en un país en concreto y desbloquearlas en un minuto, de nuevo, en caso de que se desplace al mismo.
Muchas de estas novedades van dirigidas a garantizar que las operaciones bancarias por internet son tan seguras como las presenciales, pero mucho más cómodas y rápidas. Eso sí, siempre que el cliente no olvide su parte de responsabilidad a la hora de mantener alejados a los ciberdelincuentes, con unas elementales normas de precaución como son no usar redes wifi públicas, tener contraseñas sofisticadas, actualizar sus equipos informáticos con frecuencia, disponer de antivirus o apagar los equipos cuando no se estén utilizando.
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