Londres
El poder
Lo decía un Gobernador Civil del pasado régimen: «El poder consiste en tocar el timbre, llamar a Martínez y anunciarle que a partir de la próxima semana se tiene que trasladar a vivir a Albacete». Para mi inolvidable amigo José María Stampa, el poder se resumía en una experiencia personal. Volvía de Sevilla hacia Madrid en tren, y quedó con un importante cliente en la estación de Córdoba, para cambiar unas rapidísimas impresiones acerca de su situación penal. El tren se detenía en Córdoba cinco minutos. Allí le aguardaba en el andén. Pasaron a la cantina. El cliente pidió una copa. Stampa miraba al TALGO, que se apresuraba a partir. «No se preocupe, don José María. El tren saldrá cuando yo lo disponga». Y hablaron durante más de quince minutos, y finalizado el coloquio, el poderoso acompañó a José María hasta su vagón, hizo una seña al jefe de estación y el tren abandonó la estación de Córdoba con más de diez minutos de retraso.
Pero existe un documento que demuestra como pocos la categoría del poder personal. Don Jacobo –Jimmy– Fitz-James Stuart, duque de Alba, era el embajador de España en Londres. Octubre de 1940. Franco necesitaba de su personalidad para suavizar sus relaciones con los aliados. Previamente, y antes de aceptar el ofrecimiento, el duque de Alba, siempre leal a la Corona, había solicitado permiso al exiliado Rey Don Alfonso XIII, el cual le animó a aceptarlo. El duque de Alba tiene en el Reino Unido, como duque de Berwick, la misma o mayor importancia histórica y representativa que en España, no en vano es el cabeza de familia de la rama oscura de los Estuardo, los reyes de Escocia. Alemania bombardeaba Inglaterra sin piedad y el duque de Alba decidió probar el límite de su poder.
En el Ministerio de Asuntos Exteriores está archivado el documento con la referencia 849/40. Se trata de una nota verbal –se dicen «verbales» pero se envían escritas– con la categoría de «Muy Confidencial». Es una nota verbal de la Embajada de Alemania en Madrid y dice así: «La Embajada de Alemania saluda atentamente al Ministerio de Asuntos Exteriores, y tiene el honor de comunicarle lo siguiente: el Ministerio de Asuntos Exteriores ha transmitido a esta Embajada el deseo del Señor Embajador de España en Londres, Duque de Alba, de que se procure no bombardear la posesión de Albury-Park, situada en el Condado de Surrey, donde habita la hija del Duque. La Embajada de Alemania acaba de saber de su Gobierno que la aviación alemana hará todo lo posible para evitar el deterioro de la mencionada posesión, pero que debido a las condiciones atmosféricas frecuentemente malas y demás contingencias de la guerra aérea, no podía garantizarse sin reserva la seguridad de la posesión. La Embajada de Alemania ha recibido, en relación con lo que antecede, el encargo de expresar la especial gratitud del Gobierno del Reich por los valiosos informes que la Embajada de España en Londres se ha servido transmitirle con regularidad sobre los resultados de la guerra aérea, y de señalar al mismo tiempo que el Ministerio alemán del Aire vería también en el porvenir con agrado y gratitud extraordinarios una continuación y, a ser posible, una ampliación de estos informes. Madrid, 23 de octubre de 1940».
Eso es poder, y lo demás son gaitas.
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