Salud
El sexo como problema por José Antonio VERA
Sabidas son las ventajas que aporta la actividad sexual, según numerosos especialistas: es un ejercicio saludable contra el riesgo de infarto o los problemas de próstata, mejora de la capacidad olfativa, el aspecto de la piel o el bienestar emocional. Los sexólogos recomiendan una vida sexual constante en especial en las edades avanzadas, como una manera de mantener la actividad física y la buena forma en general. Pero el tema de portada de hoy en A Tu Salud no es ciertamente el anterior sino las conductas excesivas con relación al sexo, denominadas hoy hipersexuales, y entendidas como aquellas que afectan a personas con un deseo fuera de lo normal, que buscan saciar constantemente sus obsesiones de manera compulsiva, que llegan a perder el control de si mismos y persiguen el placer por el placer de manera adictiva. ¿Es la adicción al sexo equiparable a otras adicciones como el alcohol y las drogas? Seguro que no, aunque llega a haber manifestaciones parecidas. En muchas ocasiones son superpuestas: el alcohol lleva a las drogas y estas al sexo y así en un círculo sin fin. Lo que empieza siendo una aventura se convierte en un problema que el adicto sexual acaba viviendo con angustia y le genera no pocos problemas en su vida diaria. El principal, probablemente, es que la hipersexualidad es algo incontrolado, que escapa a la voluntad de la persona. Curiosamente la mayoría de los hipersexuales son hombres. Se trata de un problema que afecta al 6 por ciento de la población.
Dentro de ese porcentaje el 85 por ciento son varones y el 15 por ciento mujeres, al parecer en una franja de edad que va de los 30 a los 50 años. Hay un tipo de hipersexualidad, al que nos referimos en el reportaje de páginas interiores, que afecta particularmente a las mujeres. Es el denominado Síndrome de Excitación Persistente, que lleva a quienes lo sufren a la practica sexual diez o mas veces al día, con episodios multiorgasmicos por cualquier causa en el trabajo o en la calle. Son casos muy contados y excepcionales de mujeres en los que el sexo acapara sus vidas como consecuencia de una necesidad física que en ocasiones esta vinculada a alteraciones neurológicas, farmacológicas u hormonales. Con frecuencia se trata de una experiencia negativa, molesta o traumática por lo que implica de incomprensión con sus parejas.
El problema es tan acusado que en muchos casos se tiene que recurrir a la farmacología. Se trata de medicamentos que inhiben el impulso sexual, distintos a los empleados contra la producción de testosterona en los hombres, que se reservan para las conductas peligrosas que atribuimos a los delincuentes sexuales, con clara voluntad de hacer daño. El hipersexual no es un delincuente sexual sino una persona incapaz de controlar sus impulsos, al estilo Tiger Woods o Michelle Thompson. No hacen daño a nadie sino a ellos mismos.
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