Roma
«Don Giovanni» a Scala planetaria
La Scala no entiende de crisis. Mientras el mundo tiembla al ritmo que marca la prima de riesgo y y los teatros se las ven y se las desean para cerrar unas carteleras dignas con los presupuestos tiritando, el coso milanés celebra el inicio de la temporada operística por todo lo alto. Siguiendo la tradición, mañana, fiesta de San Ambrosio, patrón de la capital lombarda, el templo de la ópera más célebre abre el telón con una representación cuajada de estrellas. La soprano Anna Netrebko, cuya voz, prestaciones y presencia la han convertido en una número uno internacional, el director de orquesta israelo-argentino Daniel Barenboim y Robert Carsen son los protagonistas del cartel. La obra elegida para la representación de San Ambrosio augura un lucimiento de sus intérpretes. Es «Don Giovanni», escrita en 1787 por Wolfgang Amadeus Mozart. Para los críticos es una de las mejores del compositor alemán, una pieza provocativa, divertida y con una temática siempre actual.
Fuegos artificiales
La historia de las representaciones de esta ópera y la trayectoria de Carsen invitan a pensar que el escenario será sobrio y limpio, alejado de los excesos e innovaciones de otras aperturas de temporada en La Scala, que no gustaron a parte del público y la crítica. «Este año San Ambrosio se celebra en el teatro milanés con fuegos artificiales», explica a LA RAZÓN Sabino Lenoci, director de la revista italiana «L'Opera». «En la cuestión de la financiación, la Scala es un caso especial, pues representa a Italia en todo el mundo. Es un símbolo de la historia de la música reconocido internacionalmente». Debido a esta particularidad, nacida de su excelencia, goza de autonomía a la hora de recibir fondos públicos. «No tiene que sufrir los recortes presupuestarios como el resto de entes líricos del país. Tiene una cantidad fija, lo que hace que la crisis no le afecte. Además, cuenta con un gran número de aportaciones privadas. Son patrocinadores de altísimo nivel, empresas muy grandes para las que entrar en la Scala es un orgullo. Todos quieren añadir su nombre al de aquellos que contribuyen a esta creación cultural admirada en todo el mundo», cuenta Lenoci.
La última empresa en sumarse al exclusivo club de patrocinadores de la Scala, y la primera con origen no italiano, es la española Telefónica. Stéphane Lissner, superintendente del coso milanés, celebra la llegada del gigante de la telefonía a la fundación que sostiene el teatro, pero considera que las autoridades italianas deben volcarse más y cubrir con sus fondos la mayor parte de los gastos. «Desde que llegué a Milán llevo diciendo que debemos estar atentos para mantener la misión de teatro público. El presupuesto de la Scala debe venir al menos en un 60 por ciento de fondos públicos y el 40 por ciento de taquilla y patrocinadores. Hoy, por desgracia, estos porcentajes se han invertido», lamenta Lissner.
Herramienta diplomática
Aunque las contribuciones privadas y el estatus privilegiado del coso milanés le deja, al menos de momento, a salvo de la crisis, algunos recortes sí que se notarán en esta apertura de temporada. Durante años la Scala en el día de San Ambrosio ha sido utilizada por Italia como una herramienta diplomática, invitando a la «prima» a personalidades políticas internacionales como la canciller alemana, Angela Merkel, los jefes de Estado de Austria, Grecia, Eslovaquia, Albania, Togo y Ruanda y a ministros de cultura de varias naciones europeas. Este año, sin embargo, no se ha convidado ni a los embajadores de países como Estados Unidos, como ha venido haciendo el Ayuntamiento en las últimas aperturas. Se ha preferido poner a la venta las 110 entradas tradicionalmente reservadas para invitados VIP. Cada una cuesta entre 840 y 2.400 euros, por lo que el Consistorio espera recaudar hasta 180.000 euros que serán utilizados, en parte, para costear proyectos culturales en la ciudad.
Alejado de las cuestiones económicas, Daniel Barenboim reconoce su gran ilusión por estar al frente precisamente de «Don Giovanni» en la Scala. «No sólo es la primera ópera que dirigí, sino también la primera de la que tengo recuerdo de cuando era niño», contaba Barenboim esta semana en una conferencia en la Universidad Católica de Milán. El creador, junto al intelectual palestino Edward Said, de la orquesta West-Eastern Divan recordó el peso del mito del Don Juan y cómo Mozart lo transforma en su obra en una cuestión casi seria. «Pienso que él, que venía de Austria, lo veía como un drama. Encontró en el Don Juan algo importante: cuando hay una situación general divertida hay siempre una situación individual trágica». De esta combinación humorística y trágica viene, en su opinión, la gran dificultad que supone interpretar el «Don Giovanni» de Mozart.
Al ser preguntado por cómo afrontará la obra, Barenboim anunció que no habrá innovaciones, pues «hay que seguir todo lo que el compositor ha escrito, no nos lo podemos inventar. En Mozart cada pequeño detalle tiene un sentido y lo que a primera vista puede parecer un error, en realidad no lo es», advirtió. Lo que los espectadores deben esperar, por tanto, es «fundamentalmente la música y el libreto» de la ópera. Sobre la dirección escénica, el maestro no quiso revelar ningún detalle.
Para el director de la revista «L'Opera», sobre el papel la apertura de temporada de la Scala tiene todas las papeletas para ser inolvidable. «Hay una gran riqueza artística. Los repartos son excelentes, se han amalgamado nombres de primera fila de la lírica mundial. Anna Netrebko, quien por primera vez protagoniza una ‘‘prima'', es una de las más grandes voces de hoy. Carsen es también excelente mientras que Barenboim está haciendo un trabajo óptimo con la orquesta», cuenta Lenoci. En su opinión, el «Don Giovanni» es sólo el primer plato de una temporada con un cartel muy «rico» y «bien estructurado», en el que brillan las grandes voces de la lírica, lo que prueba que la Scala «vuelve a vivir una época de oro».
El doblete de la señora de Schrott
Atraviesa Anna Netrebko uno de los mejores momentos de su etapa profesional (de «diva assoluta del mondo» la califica la Prensa italiana) y personal. A Peter Gelb, máximo reponsable del Metropolitan, no le pasó despercibido, y ella fue una de las estrellas de la apertura de temporada con «Anna Bolena» hace un par de meses. La Scala no iba a ser menos y ha contado con la soprano, que siempre es un reclamo, para el papel de Donna Anna en el que será su debut scagliero. Junto a ella cantan Bryn Terfel (Leporello) y Peter Mattei (Don Giovanni). No podía, desde luego, estar mejor acompañada.
Sexta apertura para Lissner
Es desde mayo de 2005 superintendente de la Scala. En este tiempo ha conseguido que el teatro vuelva a ser reconocido como uno de los más importantes del mundo. «Lissner, quien tiene una visión europeísta, ha abierto la Scala a Europa y al mundo. En los años precedentes el coliseo estaba demasiado cerrado en sí mismo. Éste ha sido su gran éxito. También ha logrado acercarlo a todo tipo de público, en especial a los jóvenes», opina Sabino Lenoci, director de la revista italiana «L'Opera». Fruto de esta dedicación hacia las nuevas generaciones de amantes de la ópera es la iniciativa «Under30», dedicada a los menores de 30 años, que ofrece un abono anual a precios reducidos y la posibilidad de disfrutar de la representación de preapertura de temporada.
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