Venezuela

Serpientes de verano

La Razón
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Como cada año la protagonista del veraneo es ese tema que se comenta en todos los chiringos de playa, en las cenas de sociedad, donde las señoras lucen bronce en la piel, en la puerta de la casa con la vecina y el botijo… No, ya no hay botijos de barro, ahora son botellas de plástico reciclable. La victoria de España en el Mundial, el reciente tercer Tour de Contador y el resurgir de Alonso frente a Massa, que permiten que nuestra Marcha Real suene en Johannesburgo, en París o en Hockenheim son comentadas y hasta discutidas, pero aquí lo que mola es el beso de Iker a Sara, el divorcio de Bono y Ana o la boda de la Flor de Alcobendas con el galán de familia indescriptible, la familia odiosamente inefable. Los paparazzos están furiosos porque no han conseguido ni una foto del enlace ni del embarazo, sobre el cual se sigue especulando. Pura «España de charanga y pandereta», que dijo Machado, o, como decía ayer Jorge Berlanga, España de Torrente, España de Belén y Matamoros, de Lecquio y Paquirrín. Mientras tanto, el bufón bolivariano insiste que él no da abrigo a las FARC, que todo es una excusa perfecta para intentar una invasión a Venezuela. ¡Qué más quisiera él que sacar a la calle a sus «coroneles», dictador infecto, que tapa la boca a Globovisión, único medio que expresaba su libre opinión antichavista! Me quedo con la boda de Chelsea Clinton, por mucho que critiquen la millonada que se van a gastar los papás; seguro que mamá Hillary lo ha encargado todo a especialistas muy solventes y será un reportaje para disfrutar, con invitados como Steven Spielberg, Barbra Streisand u Oprah Winfrey. Yo hubiera ido, pero no me han invitado.