Cantabria

Pelusa por Alfonso Ussía

La Razón
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En España tenemos la manía de conceder la mayor importancia a lo más insignificante. En una brillante operación policial se ha desmantelado una organización criminal de la mafia china. Entre los detenidos figura un tal Nacho Vidal, del que me dicen que es un actor porno con un chisme desmesurado. Puedo asegurar y aseguro que desconocía la existencia de este tigre. Al leer que un Nacho Vidal había sido detenido, di por seguro que se trataba de un político. En nuestra sociedad los políticos ingresan en la función pública con sus apodos familiares. Estamos rodeados de nachos, pachis, patxis, bibis y lolis. Pero no. Nacho Vidal es un actor porno, trabaja en Cataluña y se le acusa de colaborar con la evasión del dinero obtenido por la banda de Gao Ping, que así se llama el chino mandón.
Por lo que he leído, este Nacho Vidal tenía un papel bastante secundario en la banda del chino, que además se camuflaba en el amor al arte pictórico. Pero aquí ya lo están comparando con Don Vito Corleone, lo que se me antoja, además de una exageración, una grosería. Un personaje como Corleone, Don Vito Andolini, tan serio, decente y bien educado no merece semejante paridad. Creo recordar que a don Vito le molestaba sobremanera el negocio de la pornografía, y más aún, de la droga. Pero en España, el chino ha desaparecido y toda la crítica se reúne en torno a Nacho Vidal, del que no intuyo mayor importancia dentro de la banda que la del clásico mindundi que se come el marrón.
Para mí, que hay algo de envidia, de pelusa mal llevada en esa reacción hispánica. Después sí, me he interesado por el personaje, y he tenido la oportunidad de contemplar alguna fotografía. He visto una mayor en mi vida, y no era de hombre, sino de caballo. En la Remonta de Jerez, para ser más exactos en la localización del hallazgo. Se trataba de un semental absolutamente deshinibido y con una dotación interinguinal de imposible superación. No conocí el trabuco de «Sultán» el toro que adquirió Juan Hormaechea para mejorar la raza y producción de las vacas lecheras de La Montaña de Cantabria, pero tengo entendido que era también impresionante. Y se habló de Makelele, el futbolista del Real Madrid que terminó en el Chelsea y del que se decía que era el único jugador de fútbol que saltaba a los terrenos de juego con tres piernas. En Islandia, siendo presidenta de aquella respetable nación doña Vigdis Finbogadottir, fue amablemente separado del Coro de la Policía Municipal capitalina, el barítono Oleff Gustavson, que padecía lo que se conoce como «creciente entusiasmo artístico». Cuando cantaba se iba emocionando de tal guisa, que a los conciertos del Coro municipal no dejaban entrar a los niños y –sobre todo–, a las niñas menores de doce años.
Los españoles, que están encantados con la detención de Nacho Vidal, han encontrado en su actividad delictiva y su consiguiente reclusión, un aliciente reparador y calmante de su pelusa comparativa. «La tendrá como un armario pero es un sinvergüenza», me ha comentado esta mañana mi amigo el camarero que me procura a diario el desayuno. Por respeto a Vidal, no he pedido porras, y he optado por un cruasán, que escrito sea de paso, estaba bastante bueno.
Moody's, al fin, no ha estado antipática con España. Francia nos empató el partido merecidamente, en el último segundo. Escoceses e ingleses le han dicho a Mas que lo suyo es diferente y que los deje en paz. Y aquí no se habla de otra cosa que del actor porno detenido. No por su delito, sino por la inmensa hermosura que presenta. País de envidias y pelusas.