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Multas por Idoia Arbillaga

La Razón
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La Dirección General de Tráfico se obstina en hacernos creer que el gran número de radares, las consiguientes multas y las sucesivas campañas de control al conductor se deben únicamente al refuerzo de la seguridad vial; en ningún caso a una intención recaudatoria para paliar el déficit del Estado. Baste en cambio recordar que, en 2010, el Estado obtuvo de la DGT 180 millones que aminoraron sustancialmente los números rojos de sus cuentas. De hecho, recientemente las carreteras se han llenado de guardias civiles apostados detrás de curvas o de cambios de rasante, debajo de puentes. No resulta azarosa la proliferación de multas de la que habla todo el mundo. Y sobresalen los abundantes errores: números de DNI que no corresponden con los de los multados, velocidades, matrículas o fechas erróneas. Y es que, señores, esta precipitación recaudatoria genera errores burocráticos. Doy fe de que algunos guardias civiles manifiestan cierta vergüenza al detener tu vehículo, incluso te advierten que la reciente campaña anti-distracción les obliga a multar al conductor al que simplemente sorprendan dándole a un botón del radiocassette de su coche. ¿Por qué nuevamente el ciudadano medio ha de pagar el brutal desaguisado que sólo originaron políticos, banqueros, constructores y tantos otros multimillonarios, que hoy se ríen en sus yates mientras disfrutan de las suculentas cuentas que amasaron en Suiza? ¿Es tan habitual que por rozar un botón de la radio del coche un conductor genere un accidente masivo? Es comprensible la distracción por el uso del móvil pero tanta Guardia Civil y Policía en la carretera, y tan al hilo de la crisis, resulta sospechoso y da mucho que pensar.