Burgos
Un etarra al que «hacen el vacío» por arrepentirse podrá salir de prisión
Lizarralde, quinto terrorista al que se otorga la semilibertad en el último año
MADRID- El etarra arrepentido Luis María Lizarralde, «Beltza», podrá salir de prisión entre semana para asistir a cursos de formación, un beneficio penitenciario que también se ha concedido a otros cuatro reclusos de la banda que cumplen condena en el mismo centro, Nanclares de Oca (Álava), por mostrar públicamente su alejamiento de la banda terrorista. Lizarralde –como antes hicieran José Luis Álvarez Santacristina «Txelis», Fernando de Luis Astarloa, Andoni Muñoz y José Manuel Fernández Pérez de Nanclares– ha dejado claro su alejamiento de ETA, ha pedido perdón a las víctimas y se ha mostrado dispuesto a hacer frente a las indemnizaciones a las que fue condenado. El recluso, eso sí, admite que todos esos pasos le han supuesto «un desgaste personal», hasta el punto de que, explica en una carta dirigida hace unos días al director del centro penitenciario de Burgos (donde anteriormente estuvo ingresado) «algunos compañeros me hacen el vacío aquí como en mi pueblo».
Condenado a 32 años por el asesinato del coronel Luis de la Parra y a otros 42 por un atentado en el que murió un guardia civil, «Beltza» –en prisión desde agosto de 1994– debía haber salido de la cárcel en noviembre de 2009. Pero al aplicársele la «doctrina Parot» (que aplica los beneficios penitenciarios individualmente a cada una de las condenas) esa fecha se ha trasladado a mayo de 2022.
La resolución del juez de Vigilancia Penitenciaria de la Audiencia Nacional, José Luis de Castro, incide en que el recluso «ha disfrutado de permisos de salida sin incidencias» y destaca la «ruptura de sus lazos con la banda terrorista». Lizarralde aseguró en otro de los escritos remitidos al director de la prisión que era consciente de que «como militante de la organización ETA he causado daño y creado dolor, y por todo ello pido perdón a las víctimas».
Perdón «por imperativo legal»
Ese mismo perdón, sin embargo, no le ha servido a otro etarra, Ángel Carlos Figueroa, para mejorar sus beneficios penitenciarios (actualmente cumple la pena en su domicilio por motivos de salud desde noviembre de 2008). Condenado a penas que suman 30 años de cárcel, había solicitado doce días de permiso haciendo constar que «por imperativo legal» manifestaba expresamente su perdón a las víctimas y repudio de la violencia. Para el magistrado, ese arrepentimiento debe ser «claro, tajante e incondicionado» y el del etarra «no surge libremente de su conciencia».
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