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Nueva York

Politkóvskaya crónica de una muerte anunciada

Una persona que la conoció durante sus breves estancias en España lo comentaba en un corto trayecto en taxi bajando la voz, casi en un murmullo, como si le debiera un hondo respeto, una profunda devoción. «La primera vez que vino su ánimo parecía normal; la segunda, su rostro le había cambiado totalmente. Era asombroso. Parecía tan triste». Anna Politkóvskaya fue asesinada frente al ascensor de su casa el 7 de octubre de 2006.

Una mujer recuerda a la reportera en un homenaje
Una mujer recuerda a la reportera en un homenajelarazon

¿Por qué? Ella misma aportaba la respuesta: «¿De qué soy culpable? Simplemente he informado de lo que he visto, de nada más que la verdad». Unas palabras que, como una profecía, auguraban su futuro y que dejó escritas en un artículo inédito que se encontró en su ordenador poco antes de que la disparasen. Se publicó, como homenaje a ella, el 26 de octubre de ese mismo año. Y ahora es uno de los testimonios que se incluyen en «Solo la verdad» (Debate), un volumen que se pondrá a la venta el próximo 1 de octubre y que recoge una antología de los trabajos más importantes de la reportera. Un libro que pretende recordar su nombre cuando, este octubre, van a cumplirse precisamente cinco años de su muerte.

Una firma comprometida
Había nacido en Nueva York en 1956 y dedicó toda su vida a relatar lo que observaba, aunque molestara a las estancias más altas del poder. Pero no le importaba. Su deber estaba con la ciudadanía y los derechos humanos. Una labor que muchas veces no se aprecia, que en tantas ocasiones pasa desapercibida. Estuvo presente en acontecimientos fundamentales de la historia reciente de Rusia: la guerra de Chechenia, el asalto al colegio de Beslán, el secuestro del Teatro de Moscú, donde actuó de mediadora. Pero ella no se conformó con detallar los grandes momentos que la historia refleja con letras capitulares. Analizaba la Rusia de Putin. Una Rusia que no le gustaba y con la que se sentía incómoda. Narró con agudeza los sucesos internos de ese país (una realidad que le dolía, como manifestó) y dejó claro lo que sucedía a aquellos que aspiraban a ser leales con su oficio: «En Rusia, cada sucesiva agresión a un periodista reduce implacablemente el número de profesionales que trabajan luchando por la justicia. Los riesgos son muy altos, y no todo el mundo tiene el temple necesario para soportar la tensión que acompañe a este tipo de trabajo. A medida que disminuye el número de esos periodistas, aumenta el de aquellos que prefieren un periodismo que no implique meter las narices allí donde no son bienvenidos. Se trata de medios de comunicación poco exigentes que atienden la demanda de un público igualmente poco exigente y dispuesto a aceptar todo lo que le dicen».

Este párrafo está extraído de uno de sus artículos, titulado «¿Deberíamos sacrificar vidas al periodismo?» y que se publicó el 10 de noviembre de 2003. Ahora también se encuentra disponible entre el material de este libro. Algo que no debía caer en el olvido. La primera vez que se entregó el Premio Anna Politkóvskaya, que se creó para «homenajear a las mujeres que defienden los derechos humanos en zonas de guerra», recayó en su amiga y también periodista Natalia Estemírova, que, poco después, fue secuestrada y asesinada en Chechenia el 15 de julio de 2009. Al recibir este galardón, Estemírova declaró: «La libertad no es sólo algo que se entrega a una persona. La libertad sólo cuenta cuando uno se siente libre por dentro. Anna era una persona absolutamente libre».

Profundamente comprometida, como demuestran sus crónicas de guerra, Politkóvskaya dejó escritos libros como «La Rusia de Putin», «Diario ruso» y, sobre todo, un volumen demoledor y sincero: «Chechenia» (RBA). Cuando le preguntaron qué había que hacer para mejorar la vida en Rusia dijo: «Los periodistas deberían escribir, los políticos deberían protestar en vez de vivir rodeados de lujos y los funcionarios deberían dejar de robar a la gente que no tiene dinero».


Chechenia: una guerra, un libro
Hay una obra fundamental en la carrera de Anna Politkóvskaya. Es justo el que reúne sus crónicas y artículos de guerra: «Chechenia» (algunos están en este libro). Sus reportajes sobre ese conflicto (arriba, una imagen de la contienda) le granjearon la enemistad de muchos oficiales rusos y la antipatía gubernamental. Ella misma explica el contenido de unos reportajes que daban cuenta de su sensibilidad hacia los indefensos: «Éstas son unas historias espantosas. A veces, la gente dice que para tener una idea más imparcial habría que dividirla por diez, por cien o por doscientos; pero aun dividiéndolas por lo que queramos, siguen siendo historias sobre atrocidades». Para algunos, estos reportajes, y las críticas a Rusia, fueron las causas de su asesinato.