Cataluña

Cara a cara con Rajoy y Rubalcaba

La Razón
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Como espectadora, y sobre todo como ciudadana, soy muy crítica con los debates electorales que se celebran en nuestro país. Los partidos pactan cada detalle, y por lo tanto, no sorprende que acabe el cara a cara sin haber oído nada de Europa, del mundo o de la Política Exterior. Memorable. Apenas una mención de salida de Rajoy, enterrada entre la conveniencia de suprimir o no las diputaciones.

Por eso las entrevistas que he tenido la oportunidad de hacer esta semana en Antena 3 buscaban eso: esclarecer dudas sobre el gobierno y las políticas de cada uno, sobre el estado de ánimo y el por qué de los comportamientos de los candidatos, muy comentados en las redes sociales. ¿Por qué leyó tanto Rajoy? ¿Por qué Rubalcaba trató a su rival como a un presidente?

En campaña, los políticos se sienten tremendamente incómodos frente al interrogatorio de un periodista. A Antena 3 llegaron, cómo no, sonriendo, pero Rajoy pensando que si la entrevista duraba 30 minutos en vez de 40, mejor, y Rubalcaba comentando: «A la tortura», mientras íbamos a sentarnos al plató. Luego, cada uno se comportó de manera diferente.

A Rajoy le encontré más relajado que nunca, por eso hizo una charla, no una entrevista. Esta vez ni siquiera me preguntó cómo he de poner las piernas, porque tras 8 años de travesía del desierto, lo ha aprendido todo, a sentarse erguido en un plató, a percibir amigos, a distinguir aduladores, a sortear soledades, a buscar apoyos en su mujer e hijos, y así lo contó.

Y por eso esta vez dio titulares, sobre la ilegalización de Bildu y Amaiur, su primera reunión, su primera ley estrella, la reducción de ministerios, el tabaco en los pequeños bares, los toros en Cataluña... No fue su voluntad concederlos, porque él jamás plantea una entrevista pensando que debe dar un titular. Sucedió porque no traslució estar en guardia como hace habitualmente. Eso sí, siempre prudente, porque él es así: nada de gobierno, sin haber ganado, y a la hora de poner un titular al 21-N eligió: «España cambia de rumbo», sin más alharacas.

A Rubalcaba lo encontré tenso al principio, sobre todo cuando conoció que la entrevista iba a comenzar por la economía que tanto le incomoda, y se anunciaban preguntas sobre González y Blanco. Pero su dominio de la escena apareció enseguida. Él es un hombre tremendamente mediático, en permanente sonrisa, empeñado en resultar cercano al espectador.

Así acabó, pero entretanto se relajaba, estuvo a punto de repetir el debate, con la diferencia de que esta vez defendió a Zapatero, e incluso a su Plan E. Volvió a arremeter contra Rajoy, despreció a los expertos, se quemó por Blanco, certificó que no había pensado en su gobierno, y no aseguró que optará a la Secretaría General.

Titulares que gustan a un periodista. Con buen talante ambos. Ya se vio en el debate. Ninguno se odia, a diferencia de contendientes anteriores. Ambos se ofrecieron a las entrevistas abiertos y afables. Bien por los dos. Ha sido un disfrute tenerlos cara a cara.