Ciencia y Tecnología
El Gran Filtrador
Agostado hace ya tiempo ese mito ancilar del Periodismo moderno que fue el Watergate, llega Wikileaks al rescate de una profesión con serios problemas de personalidad, por no decir con trastornos bipolares. Tal vez el oficio esté cambiando no sólo de soporte, sino también de gramática y hoy sea más importante dominar el lenguaje binario que la sintaxis. Si hace 38 años fue el «The Washington Post» el espejo en el que todos los periodistas querían mirarse, hoy es un portal de internet el que reivindica la función primordial de este oficio: sacar a la luz lo que el poder quiere ocultar. Entre un caso y otro hay grandes diferencias, como es natural, de carácter técnico y de procedimiento, pero la sustancia es la misma. También el protagonista es el mismo: Garganta Profunda. No Woodward y Bernstein entonces, ni Assange ahora, que actúan como meros depositarios de la información y diligentes enlaces entre el Gran Filtrador y el medio de comunicación. De ahí que la suerte penal de Julian Assange carezca de importancia, por más que sus muchos enemigos quieran reducirlo a polvo. Lo relevante es si la pequeña empresa puesta en pie por este pirata reconvertido en periodista con agallas es capaz de soportar la embestida de la Administración Obama, del mismo modo que Ben Bradlee y la editora Katharine Graham resistieron a la Administración Nixon. Al Periodismo no le sobran héroes ni mártires, pero sólo con empresas firmemente asentadas y de sólidos principios es posible preservar la independencia profesional, garantizar la veracidad de las informaciones y ganarse la credibilidad de los ciudadanos. Quien filtra los 250.000 documentos de la diplomacia norteamericana no elige a Wikileaks porque Assange le caiga simpático, sino porque su sistema tecnológico, puesto a prueba en filtraciones anteriores, preserva el anonimato con plena garantía y transmite fielmente la información. Al contrario que los intoxicadores a sueldo, las fuentes informativas dignas de tal nombre siempre eligen al medio de comunicación más fiable y eficaz. En el caso de Wikileaks ha predominado la seguridad y la eficacia a escala planetaria; sin embargo, al carecer de la credibilidad necesaria, sus responsables buscaron la alianza con cinco grandes empresas periodísticas. Por eso no conviene confundir el destino personal de Assange con su iniciativa revolucionaria, esa caja virtual blindada en la que Garganta Profunda deposita sigilosamente las pruebas del delito que desnudan al poderoso y benefician al ciudadano.
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