Referéndum en Grecia

Decencia

La Razón
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Nada sé de economía pero he sacado adelante una familia aplicando una regla antigua y sabia: gastar siempre un poco menos de lo que se gana. Y no parece descabellado concluir que lo que es bueno para una familia lo es para todas de modo que le hubiera bastado al gobierno tener consideración con el dinero ajeno para habernos ahorrado el bochorno actual: todas las mentiras han resultado ser ciertas mientras el patrón sonriente encaminaba al país hacia la debacle. Tan con palicos y cañicas estaba cogido todo que bastó una conversación con Angela Merkel para poner patas arriba toda la filosofía oficial mantenida durante dos años de optimismo antropológico y de temeridad financiera. Ya sólo cabe una posibilidad: disolver las Cortes y convocar elecciones para que sea el pueblo soberano el que decida quién habrá de liderar estos tiempos en que nos vemos envueltos. Porque un gobierno que no hizo en su día lo que debió permite que alentemos la duda de si la congelación salarial hace un par de años no nos habría ahorrado la mutilación salarial de hoy; si el ahorro auténtico en asuntos florero habría evitado la amenaza sobre las pensiones y, en definitiva, si la mera aceptación serena de la realidad hubiera bastado para encaminar a esta sociedad fuera del soez tufillo a nuevo rico que desprende. Para eso haría falta decencia, virtud de la que andan escasos los unos y los otros. A falta de decencia, haría falta al menos sentido común para alcanzar un gobierno de coalición que implique a todos en la salida de una crisis que no hemos fomentado pero sí pagamos mientras los bancos, esos sí responsables, baten récords de recaudación. ¿Ustedes lo entienden?