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Fukushima vierte agua tóxica al océano como mal menor

Los ingenieros que coordinan los trabajos en Fukushima se ven sorprendidos cada pocos días por una nueva emergencia que los obliga a desviarse de la lucha principal: un obstáculo en el camino que impide pensar en la solución definitiva a la peor crisis nuclear desde Chernóbil.

Fukushima lanzará al mar 11.500 toneladas de agua radiactiva
Fukushima lanzará al mar 11.500 toneladas de agua radiactivalarazon

Desde hace algunos días, lo que preocupa es drenar el agua altamente radiactiva que inunda las turbinas y que está filtrándose al mar a través de una grieta. Se cree que se trata del mismo líquido que se ha estado arrojando para enfriar los reactores y que, poco a poco, se ha acumulado hasta formar un «pantano radiactivo» que mantiene alejados a los operarios. La situación es especialmente grave en el reactor 2, donde el agua encharcada presenta una concentración de yodo-131 hasta 10.000 veces superior al máximo permitido por la ley japonesa.

Drenar ese líquido se ha convertido en una pesadilla. El problema ya no es cómo sacarlo de ahí, sino dónde introducirlo sin agravar el problema. El remedio más sencillo sería verter el agua en los depósitos especiales de la planta, pero éstos se encuentran llenos. La Compañía Eléctrica de Tokio (Tepco) y el Gobierno han estado barajando muchas opciones, hasta que ayer decidieron que lo más rápido y seguro es vaciar en el océano el contenido de los depósitos para hacer hueco. El agua que será arrojada al mar también es radiactiva pero, según Tepco, presenta una concentración –sobrepasa 100 veces el límite legal– que «no supone un peligro para la salud» y que es infinitamente inferior a la del agua que encharca las turbinas, algo en lo que están de acuerdo los expertos japoneses. Un «mal menor» que parece más grave al ser verbalizado en una sola frase: 11.500 toneladas de agua contaminada serán arrojadas en las costas del Pacífico.

El portavoz del Gobierno, Yukio Edano, respaldó la medida y argumentó que «la prioridad es evitar que el agua altamente radiactiva acabe en el mar» filtrándose por la grieta de 20 centímetros localizada en el foso del reactor 2. Sellar esa vía de escape es otra de esas emergencias que ocupa el tiempo y las energías de los «héroes de Fukushima». Desde el sábado lo han estado intentando a distancia, primero con cemento y después con una espuma plástica a base de polímeros. Ambos métodos están fallando y, ahora, Tepco prepara un cemento especial para intentarlo de nuevo.

El vaciado de los depósitos especiales servirá para ganar tiempo, pero no resolverá el problema de fondo. Si no se consiguen poner en marcha los sistemas de refrigeración automática, habrá que seguir arrojando agua para enfriar los reactores. Y, previsiblemente, el proceso encharcará pronto las turbinas de nuevo. Conscientes de ello, los ingenieros plantean nuevas soluciones. Se baraja incluso traer de Rusia un enorme depósito utilizado para albergar residuos líquidos de submarinos nucleares soviéticos desmantelados en los noventa.


Cooperación rusa
Paradójicamente, fue el Gobierno japonés quien pagó los 25 millones de euros que costó fabricar dicho contenedor. «Ellos nos ayudaron a nosotros, ahora los ayudamos a ellos», ha manifestado el Gobierno ruso. La Agencia de Seguridad Nuclear japonesa también ha hablado de construir una cortina metálica para contener el chorro de agua contaminada por la grieta.

Mientras tanto, empiezan a delinearse con más claridad los peligros de esta crisis. Se han reducido los temores a que una nube radiactiva avance y se cierna sobre ciudades situadas a más de 200 kilómetros, como Tokio. De hecho, decenas de embajadas que se desplazaron provisionalmente al sur hace dos semanas y media volvieron ayer a abrir sus puertas. Dentro de Japón, los expertos insisten en que el verdadero peligro no es un avance de la radiación, sino un escenario a medio y largo plazo con gravísimas consecuencias ambientales y para la seguridad alimentaria. Una posibilidad cada vez menos remota es que sea necesario mantener deshabitado durante lustros un perímetro de decenas de kilómetros alrededor de la central.

Ayer, el director general del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA), el japonés Yukiya Amano, criticó Tepco porque no ha tomado las medidas necesarias para evitar este accidente. «En retrospectiva, las medidas tomadas por el operador no fueron suficientes para evitar este accidente», dijo Amano.

El responsable de la agencia atómica hizo esta afirmación tras recordar que ya en 2007 se produjo un accidente en una de las centrales de Tepco, concretamente en la central de Kashiwazaki, en la prefectura de Niigata. Los 71 países adheridos a la Convención de Seguridad Nuclear (CNS) estarán reunidos en Viena hasta el próximo 14 de abril para la quinta revisión de ese acuerdo, que prevé controles mutuos para mejorar las normas de seguridad.

En su discurso de apertura, el director general de la OIEA manifestó que la industria nuclear «no puede seguir como si nada hubiera ocurrido» en Fukushima. En ese sentido, Amano destacó que su organismo quiere fortalecer el régimen internacional de seguridad e instó a la comunidad internacional a tomar en serio las preocupaciones de millones de personas en todo el mundo que dudan sobre si la energía nuclear es segura.


Merkel: adiós «rápido y seguro» a las nucleares
La canciller alemana, Angela Merkel, puso ayer en marcha una comisión ética, presidida por el ex director ejecutivo del Programa de la ONU para el Medio Ambiente Klaus Töpfer, para posibilitar un adiós «rápido y seguro» a la energía nuclear. «El trabajo ahora consiste en marcar el camino para una transición a las energías renovables», afirmó Merkel en la apertura de la primera reunión de ese órgano consultor. La canciller aprobó semanas atrás la desconexión de siete reactores y dio marcha atrás al aplazamiento del «apagón» pactado en 2000 con la industria nuclear.