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Europa arriba y abajo
La crisis ha vuelto a poner en circulación los tópicos más comunes sobre los europeos: los «cabezacuadradas» del norte son los que trabajan para que los «vagos» del sur disfruten de la vida
Estoy llegando», «estoy en ello», «no te preocupes» ¿Les suenan? Son frases habituales, que decimos en cualquier situación, aunque ni siquiera hayas salido, por supuesto que no te has puesto a ello y la situación sí que es realmente preocupante.
«En mi empresa, he prohibido esas frases», cuenta un empresario alemán, de padres españoles, que trabaja con alemanes y españoles. Se niega a dar su nombre porque no quiere que le reconozcan: «Jamás decían esas cosas en Alemania. Pero aquí se repiten cada dos por tres. Me negué a que lo hicieran, lo prohibí. O llegas o no llegas, pero no estás llegando. Los tópicos con los que nos ven y vemos a los demás, son verdad».
Los tópicos, los estereotipos por los que los europeos nos medimos y nos enfrentamos en esta crisis, no hacen más que acentuar el problema de la Unión Europea. El gran examen para el continente no sólo es económico, sino también social y de convivencia.
Los del norte, sobre todos los alemanes, son unos cuadriculados, sin imaginación, que trabajan con eficiencia. Los de sur, que viven cerca del mar, con su verano y sus días largos, no han hecho más que vivir del cuento, o sea, del dinero que daban con su sudor los países del norte. Duermen siesta o son como Berlusconi o engañan en sus cuentas, como ha ocurrido con Grecia. Lo que está sucediendo no es más que lo que se han (o nos hemos) merecido.
«Eso no es del todo cierto», dice Enrique Banús, director de Instituto Carlomagno. «El sur no es un lastre, pero es una imagen que se transmite de generación en generación. Ahora han ocurrido una serie de hechos: que Grecia ha mentido, que España ha hecho una política equivocada o que Italia no estaba para nada. Pero de ahí a generalizar con el estereotipo de que en el sur son unos vagos, creo que supone una pereza intelectual por parte de todos».
Pero es la imagen que ha triunfado y en la que se apoyó Merkel para anunciar reformas: «No se trata de endeudarse, sino de que en países como Grecia, España o Portugal no se puedan producir jubilaciones antes que en Alemania y de que todos se esfuercen un poco de igual manera; esto es importante», dijo la canciller en un discurso, cuando los datos señalan que en Alemania se jubilan antes que sus vecinos o que, incluso, los empleados germanos trabajan menos horas.
Chistes de mal gusto
La realidad es que los países del norte son la locomotora europea y ha sido el eje franco-alemán, el famoso «Merkozy», el que ha propiciado el nuevo tratado. Ellos deciden las normas a aplicar por del resto de países europeos. Lo hacen con la convicción de que tienen derecho: ellos no son derrochadores. Desde los sectores populistas se hacen bromas y chistes de mal gusto. La Venus de Milo enseña un dedo; los países del Mediterráneo se tumban mientras otros trabajan...
«Los alemanes son nuestros primeros clientes, nuestros turistas, pero cuando en las revistas que más se leen, aparece la Venus de Milo con el dedo, cuando se ven esos ataques, sangran las heridas del pasado. Tras la II Guerra Mundial, Grecia quedó destrozada.
Y ahora vuelven esos recuerdos», describe la periodista Dora Makri, que lleva 18 años en España y ha vivido también en el centro de Europa: «Cuando se publican esos ataques mediáticos, los griegos se cabrean porque es una falta de respeto de quien en algún momento de la historia te ha pisoteado».
Martin Dahms, corresponsal alemán, entiende que algunos comentarios hagan surgir recuerdos peligrosos, de una época que parecía haber quedado tan atrás: «Pero esa imagen de vagos, o algo parecido, sí que existe en la población alemana, está extendida, aunque yo no crea en ella. Merkel fue populista porque dijo lo que los demás querían que dijera. Es lo que piensan gran parte de mis compatriotas: que algunos europeos no se esfuerzan como hacemos los alemanes que, en definitiva, en el sur algo va a mal».
La vieja Europa
Grecia, Portugal, Italia y España han sido los cuatro países de Europa, además de Irlanda, que más están sufriendo con la crisis. Entraron después en la Unión (excepto Italia, que fue fundadora) y son los que ahora han hecho tambalear el euro.
«En Francia existe la sensación de que la crisis ha puesto las cosas en su sitio. La vieja Europa, la industrial de siempre, sigue igual; y éstos del sur, que hemos visto crecer a toda pastilla, son demasiado ricos, tienen dos casas, coches... Los pueblos están limpios, todos con varios centros culturales. ¿Por qué hay aeropuertos y AVE en casi todas las poblaciones y en otros lugares en Francia, como Toulouse, no llega el AVE, no los tenemos?–cuenta Cecile, periodista francesa en España–.
Y los franceses, que no yo, piensan: todo lo hemos pagado nosotros. Alemania ha pagado para su reunificación y también el crecimiento de los países del sur. La idea es que ahora vemos que las cosas se ponen en su sitio». Son los lectores de «Le Monde» los que tienen esa idea, no sólo los consumidores de las publicaciones populares.
Gente instruida, que como en Alemania, piensan que hay algo al sur de Europa que no va bien del todo. Un estudio de la Universidad de Warwick aseguraba en 2010 que la diferencia entre el norte y el sur de Europa tiene sus raíces en la ética de trabajo protestante surgida en el siglo XIX: «Da la impresión de que la religión fue el principal factor de las diferencias educativas.
A los protestantes se les animaba más a asistir al colegio y leer la Biblia, lo que propició un mayor nivel educativo que a su vez dio lugar a rentas superiores a las de sus vecinos católicos».
Tanto Portugal, como Grecia, como España salieron de dictaduras que otros países no vivieron y su crecimiento desbocado de después ha chocado con la crisis y con su mala gestión. En Alemania, además, existe una cultura de la eficiencia que no existe en estos países.
Ellos hablan de productividad antes que de las horas. Los corresponsales extranjeros reunidos por este periódico confirman un mal muy español: se está hasta las 11 de la noche en el trabajo porque el jefe no se va antes. Y nadie quiere marcharse primero. «Eso sucede aquí. Hablar de problemas comunes en cuatro países tan distintos del sur– dice Antonio José, corresponsal portugués– no es lógico.
Nosotros tenemos una economía más debilitada que España, pero no tenemos ni su problema de paro, ni su problema de burbuja inmobiliaria». Tampoco todos los países ricos son iguales. No es lo mismo Suecia que Alemania. Ni Francia que Alemania. Sarkozy ha buscado en Merkel afianzar su poder, mientras que la canciller alemana intenta esconder su poder absoluto, «de vasallaje», dice el corresponsal portugués, tras Sarkozy.
La construcción europea
Los matices, sin embargo, importan poco. Lo único claro es que el sur debe obedecer y hacer bien las cosas. «Pero hasta ahora éramos útiles, porque hemos sido sus mercado –explica el periodista portugués Antonio Jose–.
Lo que hoy pasa en Europa, ¿es el resultado de las flaquezas de estos países del sur o es que no hemos avanzado en la construcción? Que éramos distintos ya se sabía, pero sí hemos llegado a esta crisis no es sólo por los aeropuertos españoles o los problemas de burocracia que pueda haber en Portugal. Es un conjunto de compromisos que no se han cumplido».
Poco importa el pasado. Es el futuro de Europa lo que está en juego con los nuevos compromisos. Esos que hacen crecer un resquemor en los países del sur hacia la superioridad del norte. Llegan las órdenes y los recortes, pero no el crecimiento y cuando los del sur preguntan, la respuesta del norte es: «Está llegando, estamos en ello, no os preocupéis».
Dora Makri
Corresponsal griega
«Somos de los que más trabajan y tras tanta mala publicidad, después de tantos palos que nos han dado, tenemos un año histórico en el turismo».
Martin Dahms
Bernliner Z. y Frankfuerter R.
«Los alemanes están con Merkel: piensan que el sur ha derrochado. El problema es la capacidad de crecimiento que tenga el país».
Cecile Thibaud
Corresponsal de L' Express
«En Francia alucinaban con el esplendor de España. Para mí es duro explicar, cuando vuelvo allí, que aquí no se tira dinero a la calle».
Antonio José Garcia
Agencia Lusa
«En Portugal se entienden los recortes, pero como tras tres años de esta solución, se ve que no está funcionando, se echa la culpa a Merkel».
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