Nueva York

Adiós a la ironía de Sigmar Polke

Padre de varios movimientos artísticos, fallece a los 69 años

El pintor, ante una de sus obras, en una exposición en Zúrich (Suiza)
El pintor, ante una de sus obras, en una exposición en Zúrich (Suiza)larazon

La trayectoria artística del pintor alemán Sigmar Polke (1941) puede definirse por la palabra «contestación». Nacido en la región de la Baja Silesia (Polonia), estudió en la Academia de Arte de Düsseldorf de maestros como Karl Otto Gotz y Beuys, y en su prolífica carrera fundó diversos movimientos artísticos como respuesta a las tendencias pictóricas de la segunda mitad del siglo XX. Ayer falleció en Berlín, víctima de un cáncer a los 69 años de edad. En 1963 Polke fundó, junto a Richter y Lueg, el Kapitalistischen Realismus (Realismo Capitalista), una tendencia dentro del Pop Art que pretendía servir de respuesta al Realismo Socialista asentado como doctrina en en la Unión Soviética y los países del Este. Desde el comienzo fue considerado un anti-estilo de arte que se apropiaba del lenguaje de la publicidad y que adoptaba de forma sarcástica las bases de la sociedad de consumo como fundamento.Pero su punto de vista fue siempre el de la ironía, con la que se armó para contestar al Pop Art que surgió al otro lado del Atlántico. Su propuesta fue también una relectura de las obras que en Nueva York alumbraban Warhol y Rauschenberg, con las que compartía su irreverencia hacia las técnicas pictóricas tradicionales y sus materiales, así como una revolucionaria presentación visual. El director de la Tate Modern de Londres, Nicholas Serota, recordó ayer sus «pinturas subliminalmente bellas» no se sustraían frecuentemente a un «duro mensaje sobre la sociedad y sus valores», informa Ap.

Un nuevo lenguajePolke tuvo gran influencia entre las siguientes generaciones de artistas porque intentó trascender las tendencias dominantes cerando un lenguaje propio entre dos extremos, por lo que su obra está cargada de referencias históricas y políticas. No dudó en abordar temas como el nazismo o la Revolución francesa, como tampoco en releer a maestros como Durero o Kandinsky. A mediados de los 80, recibió León de Oro de la Bienal de Venecia y sus obras alcanzaron las más altas cotizaciones.