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Lindau llena el lago Constanza de estrellas de la ciencia
Desde el 28 de junio hasta el 2 de julio, la pequeña ciudad alemana de Lindau, de 35.000 habitantes, ha alcanzado una increíble densidad de intelectuales por metro cuadrado. La causa, el «Nobel Laureate Meeting», una cita en la que 59 premios Nobel de Física, Química y Medicina se han reunido con 675 jóvenes investigadores y estudiantes de todo el mundo.
El objetivo del encuentro, que se viene celebrando desde hace ya 60 años en esta población a orillas del lago Constanza, es compartir la experiencia de los científicos consagrados y el entusiasmo –y las inquietudes– de las nuevas promesas. Durante cinco días han debatido sobre los grandes retos de la ciencia en todos los campos: espintrónica, genómica, evolución, cosmología, nanotecnología, inmunología, estudios del cáncer, física de partículas, cambio climático, energías renovables, etc.
El diálogo científico y personal entre unos y otros no se ha acabado tras las ponencias; por las calles de Lindau era casi imposible no cruzarse con alguna eminencia charlando con jóvenes fascinados. «Es alucinante estar aquí con los grandes. Son muy accesibles y su experiencia resulta realmente inspiradora», cuenta a La Razón uno de los 22 investigadores españoles que han acudido a Lindau.
La sacrificada vida del científico ha sido uno de los temas más aplaudidos por el joven público.«Trabajar duro, ese es el secreto –afirmó el Nobel de Medicina de 2007, Oliver Smithies–. Lo cual puede significar ir el sábado al laboratorio para continuar con un experimento». Sobre cómo conciliar familia y profesión, Françoise Barré-Sinoussi, Nobel de Medicina 2008, despejó todas las dudas: «Un día, a las 11:30, yo estaba en el laboratorio. Me llamó mi futuro marido: '¿Vas a venir?'. ¡Era el día de mi boda! Y llegué», explica la especialista entre las carcajadas de complicidad de los jóvenes.
Estos han pasado una dura selección para participar en la reunión. «Debe nominarte alguien, una institución o un científico relevante», explica un postdoc español, que disfruta de una beca Marie Curie en el extranjero. Lindau no sólo es una gran experiencia para los estudiantes. El físico francés Albert Fert, premiado en 2007, explica a La Razón que «se aprende mucho de las preguntas de los jóvenes, pero además, es muy divertido convivir estos días con otros laureados, especialistas en diferentes áreas».
Después se dirige al Nobel-bus, que le conducirá junto a sus compañeros hacia la fiesta bávara que cierra el meeting. Un éxito, como lo fue la de inauguración: en aquella, los estudiantes y los premios Nobel acabaron bailando al ritmo de Tom Jones. Por si alguien dudaba de que los supercerebros saben divertirse. face="Times New Roman" size="4"
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