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Irán justifica la ejecución de Ashtiani por «asesinato»
El portavoz de Exteriores iraní arremete contra la comunidad internacional por aplicar los derechos humanos a una criminal.
Sin duda, el caso de Sakineh M. Ashtiani, condenada a muerte por adulterio y sospechosa del asesinato de su marido, tiene carácter político y su injusta condena es una cuestión de Derechos Humanos. Pero más allá de las críticas del régimen iraní, que culpa a los gobiernos occidentales de haber internacionalizado el caso, la lapidación de Ashtiani es un asunto más complejo: la batalla política entre los conservadores y progresistas en la República Islámica.
El portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de Irán, Ramin Mehmanparast, se equivoca al mirar hacia el exterior y arremeter contra Occidente por entrometerse en asuntos que conciernen al sistema judicial iraní.
«Desgraciadamente, algunos dirigentes occidentales, entre ellos los ministros de Exteriores de Francia e Italia, están defendiendo a una persona juzgada por asesinato y adulterio, que son dos importantes crímenes cometidos por esta mujer, y no lo deberían convertir en una cuestión de Derechos Humanos», declaró ayer Mehmanparast, tras añadir que «el caso de un sospechoso de homicidio no debería ser transformado en un caso político».
A mediados de agosto, tras recibir una tunda de latigazos, la viuda acusada de adulterio se vio obligada a autoinculparse y admitir además que asesinó a su esposo, en una entrevista difundida por un canal iraní. También renegó de su abogado, el iraní Mohamad Mostafaei, que se exilió en Noruega.
Las autoridades islámicas deberían dar la cara y admitir que Ashtiani es una víctima ideológica del régimen dictatorial que enfrentó en las calles a los ultraconservadores y liberales tras las controvertidas elecciones de 2009.
La muerte de esta desgraciada mujer lapidada o en el mejor de los casos en la horca será el triunfo del sistema de los ayatolás que tratan de defender el islam radical e intransigente. Mostrar a las nuevas generaciones de iraníes que la Revolución Islámica no se equivoca. Los «buenos» musulmanes aplican la Sharia y el adulterio es una delito capital, al igual que el homicidio, a Ashtiani también se le imputa un cargo de asesinato.
Los infieles, los no musulmanes, están apoyando a una adúltera y asesina. Así lo ha querido demostrar el portavoz de la diplomacia iraní en sus declaraciones: «Si la liberación de todas las personas que han cometido un asesinato se va a ver como una cuestión de Derechos Humanos, entonces todos los países europeos deberían poner en libertad a todos los asesinos en sus países». Mehmanparast insistió, además, que los gobiernos occidentales deberían «dirigir su atención a los miembros de la familia de la víctima» y no a Sakineh Ashtiani, al tiempo que ratificó que la condena por adulterio está siendo revisada y que queda pendiente el veredicto por los cargos de asesinato y de ser cómplice de asesinato. Sin embargo, su hijo advirtió hace dos días de que su madre podría ser brutalmente lapidada en Teherán después del mes de Ramadán que finaliza esta misma semana.
El Vaticano sostuvo el domingo que sigue con atención el caso y que prepara una aplazamiento diplomática para pedir el indulto a las autoridades islámicas. Francia e Italia reclamaron clemencia, mientras Brasil, con apoyo de EE UU, ofreció asilo para evitar la ejecución de la mujer. Irán es el país que más ejecuciones llevó a cabo en 2008 (346), sólo por detrás de China, según Amnistía Internacional.
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