Murcia
Aferrarse a la constitución por Ramón Luis Valcárcel
Celebramos hoy, 6 de diciembre, los treinta y tres años de esa sólida piedra angular sobre la que se asienta el Estado Social y de Derecho del que disfrutamos los españoles; del instrumento clave que regula nuestra convivencia en paz y libertad; de esa norma de normas que consagra por igual el respeto de todos los pensamientos, acciones y opiniones que no vulneren las disposiciones que en ella se recogen ni el espíritu de concordia, solidaridad y hermandad entre todos los españoles que inspiró su redacción.
Y lo hacemos cuando tenemos todavía muy reciente esa auténtica fiesta de la Democracia que supone cada consulta electoral; en el caso que nos ocupa, las Elecciones Generales del pasado 20 de noviembre. Comicios que fueron la prueba inequívoca no sólo de la firmeza de nuestro sistema institucional de libertades sino, lo que es más importante, de la madurez que caracteriza al pueblo español desde aquel largo camino que comenzara en 1975 con la Transición y del que la aprobación por referéndum de la Constitución Española de 1978 constituye, sin duda, el gran hito.
Pero, si bien cada aniversario de la aprobación de nuestra Carta Magna representa un motivo de justificada satisfacción y de legítimo orgullo, la conmemoración de este año ha de estar marcada por la gran preocupación que determina la actual situación económica, con una devastadora crisis económica que amenaza seriamente muchos de los grandes logros obtenidos en estas últimas tres décadas al amparo de nuestro marco constitucional.
Una coyuntura excepcional en la que nuestra Constitución ha demostrado, hace apenas unos meses, su flexibilidad para adaptarse a las circunstancias cuando éstas así lo demandan. O, dicho con otras palabras, que podemos seguir confiando plenamente en ella. La reforma del artículo 135, estableciendo ese nuevo concepto que es el «principio de estabilidad presupuestaria» por parte de todas las Administraciones públicas, ha puesto de manifiesto la celeridad y eficacia de nuestro sistema de reforma constitucional, así como la vitalidad de que goza nuestra norma fundamental, cuyo contenido no es un canon rígido e inmutable, sino perfectamente amoldable a las necesidades que marcan los acontecimientos.
Flexibilidad y vitalidad que son parte de esa fortaleza que caracteriza a la España construida a partir de la Constitución, que, incluso en tiempos de la peor crisis padecida por los españoles en décadas, coarta y aleja cualquier posibilidad de discriminación entre las distintas comunidades autónomas, impidiendo que unos territorios prosperen a costa de otros y promoviendo las condiciones para hallar una solución conjunta a un problema que exige el compromiso y el esfuerzo de todos. Ante este colosal desafío colectivo, la Constitución Española representa, una vez más, la mejor solución a nuestros problemas de la mano de aquellos mismos valores que la inspiraron, que consagra y que protege, aún tan vigentes como el primer día. Si en 1978 nuestro gran proyecto como nación consistía en construir una España moderna y democrática, más libre, igualitaria y justa, treinta y tres años después el desafío continúa siendo el mismo; quizá todavía más arduo y trabajoso, si cabe.
Hoy como ayer, tenemos que aferrarnos con firmeza a las posibilidades que nos brinda nuestro texto constitucional y que hacen de principios como la solidaridad, la libertad, la justicia, la igualdad, la unidad, la lealtad institucional y el respeto a la legalidad las mejores herramientas para afrontar con éxito nuestra respuesta a la crisis y poder construir entre todos un presente y un futuro plenos de esperanza.
Ramón Luis Valcárcel
Presidente de la Comunidad
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