Médicos

El verano tiempo de ocio y aprendizaje

La época estival es muy larga para los escolares. En más de dos meses de vacaciones tienen tiempo de descansar, divertirse y aprender. Los niños han de mantener un hábito de trabajo, que les facilitará el retorno a las aulas. 

El verano, tiempo de ocio y aprendizaje
El verano, tiempo de ocio y aprendizajelarazon

El verano es una época de diversión, de descanso y un tiempo para desconectar. Sin embargo, para los niños, las vacaciones son más extensas, por lo que han de mantener un cierto hábito de trabajo. De esta forma, además de conseguir que el retorno a las aulas sea menos costoso, la época estival se aprovecha para afianzar los conocimientos adquiridos durante el curso y aprender sobre materias que quedan más descolgadas, como los idiomas.


Javier Quintero, psiquiatra infantil, advierte de que «la vida de un niño es un continuo aprender», a pesar de que el verano sea «un paréntesis en el desarrollo del aprendizaje escolar». Eso sí, durante las vacaciones, el estudio no tiene que ser como el que los niños hacen a lo largo del curso. Al no tener la presión de las evaluaciones propias de primaria, el aprendizaje se puede basar en juegos y actividades más entretenidas que los ejercicios que hacen en el colegio, de modo que sean más amenas e interrumpan lo menos posible las actividades lúdicas del verano, que son las más importantes. «Se ha perdido la idea de aprender jugando, y el verano puede ser un buen momento para recuperarla», señala Quintero.


En cualquier caso, «el profesor del curso recién terminado es la persona más indicada para definir las necesidades específicas de cada niño». Por ello, los pequeños han de seguir las tareas que les hayan impuesto en clase, que les servirán para reforzar los conocimientos aprendidos y para prepararse para los que va a adquirir el próximo curso. «Las tareas básicas, como la escritura, las matemáticas o la comprensión lectora, son las más recomendables para esta época».


Carmen Guaita, vicepresidenta del sindicato de profesores Anpe, advierte que las tareas de verano «no pueden parecer un castigo, sino parte de la rutina del verano». «Si un niño tiene que quedarse haciendo los deberes mientras el resto de su familia está en la playa, se sentirá desplazado». Por eso, ha de encontrarse un momento para realizarlas, en el que el pequeño se encuentre arropado y sienta que puede solicitar ayuda si la necesita. Es mejor que los padres se encuentren cerca suya, «aunque se estén dedicando a otras actividades, como leer el correo o una novela».


De esta forma, se consigue también que estos ratos sean de convivencia familiar y que sirvan para mejorar la comunicación y la confianza entre padres e hijos. «Hay que mandar el mensaje al menor de que, al hacer las cosas bien, se siente uno mejor y disfruta más del tiempo libre», asegura Guaita. Por otro lado, aunque los padres estén cerca y los niños sepan que ellos pueden resolverles dudas, lo que puede ser una motivación, «hay que potenciar la autonomía a la hora de hacer la tarea», dice Quintero.


Una hora al día

El tiempo que han de dedicar los niños al aprendizaje en verano depende de diferentes factores. «Cada niño es un mundo y sus necesidades no son las mismas». Si el curso les ha ido peor, tendrán que esforzarse en las materias en las que han fallado. Cuanto mayores sean, más complejos son los conocimientos que asientan y, por tanto, tienen que dedicarles más tiempo. Aun teniendo en cuenta las circunstancias, el tiempo necesario no suele superar la hora diaria, afirma Guaita, y no es bueno excederse.


El verano es una época idónea para que los más jovenes se aficionen a la lectura. Y la mejor manera es el ejemplo. «El amor a los libros se transmite por contagio», declara la vicepresidenta del sindicato de profesores, que advierte que «es un error vincular el tiempo de lectura con el de hacer las tareas», pues hay que conseguir que los pequeños asocien leer a la diversión, y no a las obligaciones.
«Un niño al que le gusta leer nunca se aburrirá en casa, pues la literatura es una fuente inagotable de diversión». También es beneficioso, según el especialista Javier Quintero, «compartir con ellos lo que leen, y crear un diálogo entre padres e hijos sobre lo aprendido en los libros».


En otro orden de cosas, hay dos materias muy importantes para el desarrollo de los menores que quedan algo descolgadas durante el curso: los idiomas y el deporte. Durante el invierno, cuando los niños llegan del colegio ya ha anochecido, y es más dificil que salgan a jugar y a moverse, lo que provoca que pasen demasiado tiempo delante del televisor y del ordenador.
Sin embargo, en verano, hay más horas de sol, y los padres tienen más tiempo para acompañarles y practicar algún deporte, como la bicicleta o la natación. Los idiomas cada vez cobran más importancia en la educación y unas clases particulares durante el verano pueden ser buena idea.



Supervisión del estudio
Una de las dudas que tienen muchos padres es si resulta adecuado supervisar el estudio de los hijos; la respuesta correcta es que depende de las circunstancias. Isabel Menéndez Benavente, psicóloga especialista en familia, explica que siempre viene bien que los padres se ofrezcan a ayudar a sus hijos, aunque, de forma que pregunten si tienen alguna duda.
Sin embargo, es bueno que, salvo que tengan algún problema, se acostumbren a estudiar solos a partir de una edad. El contacto con los padres, si no es impositivo ni agresivo, es positivo y estrecha la relación con sus hijos, incluso cuando se trata de los estudios.
 El niño debe saber que puede contar con sus padres si tiene alguna duda. Cuando se hacen mayores es necesario que se acostumbren a estudiar solos.


¿Cuál es el mejor momento del día para que los niños comiencen los deberes? La franja del día más recomendable para que los niños se pongan con las tareas que les han puesto en el colegio es la mañana. Después del desayuno, sin necesidad de que madruguen tanto como en invierno, están más fresco y harán sus ejercicios con más facilidad.


Además, el hecho de no tener que dedicar más tiempo al estudio a lo largo del día se convierte en una motivación. Sin embargo, Carmen Guaita advierte de que hay que tener en cuenta el horario de la familia.

 

¿Hay que premiar los buenos resultados académicos?

Sacar las mejores notas posibles es el deber de los niños, por lo que no hay que mandarles el mensaje de que el estudio implica remuneración, más allá de la propia satisfacción de los buenos resultados, según Marta Eugenia Rodríguez, experta en métodos de estudio. Pero sí se pueden incentivar los buenos resultados, con algo que sea beneficioso para el niño, como ir a un concierto o visitar un museo. Por otro lado, el fracaso escolar no debe suponer un castigo en todos los casos. Hay que analizar las causas que han llevado a los malos resultados escolares. Pueden deberse a un bloqueo emocional o un trastorno por déficit de atención. En cualquier caso, todos los niños necesitan un tiempo de descanso cuando llegan las vacaciones estivales, pues, durante el curso, pasan muchas horas en el colegio.

Libros útiles
«Todo sobre el cerebro y la mente», de Marta Eugenia Rodríguez, Ed. Planeta.

«Trastorno por déficit de atención e hiperactividad a lo largo de la vida», de G., J. Correas, y F.J. Quintero, Ed. Ergon.

Nunca quieto, siempre distraído, ¿nuestro hijo es hiperactivo», de Paulino Castells, Ed. Ceac.

Buzón del lector

Tenemos dos hijos pequeños y nos hemos quedado en el paro, ¿debemos ocultarles las dificultades por las que pasamos?


Ocultar a los niños el origen de los problemas que ocurren en su hogar puede traer la mayor parte de las veces malas consecuencias. Los más pequeños de la casa van a captar las tensiones vividas por lo padres, sobre todo en situaciones difíciles como la que están planteando. Los pequeños van a tratar de cubrir la incertidumbre con su imaginación. Además, en su entorno van a darse algunos cambios. Es mejor adelantarles que la rutina va a cambiar y el porqué. Es muy importante que se hable de estas dificultades económicas con naturalidad y sin dramatismo. Hay que utilizar un lenguaje comprensible para la edad del niño, y aportarle, a la vez, la solución a los problemas por los que va a pasar la familia en esta nueva situación. De esta forma, los pequeños reciben la información directamente de sus padres y se quedan más tranquilos, pues es mucho peor para ellos lidiar con la incertidumbre de que algo está pasando y permitir que sea su imaginación la que dé una respuesta a los cambios que han sufrido en su día a día, pues puede ser que sufran al imaginarse cosas que no están pasando.
 

RESPONDE: Fco. Javier Quintero, jefe de psiquiatría del Hospital Infanta Leonor.