Literatura

Literatura

Elogio de la alta cultura

Vargas Llosa denuncia la entronización del espectáculo y el olvido de los clásicos«La civilización del espectáculo»M. Vargas LlosaAlfaguara. 224 páginas, 17,50 euros.

Elogio de la alta cultura
Elogio de la alta culturalarazon

Desde que los poetas de la generación de 1927 nos enseñaron que puede mostrarse idéntica admiración por la lírica hermética de Luis de Góngora que por la maravillosa sencillez de que se adornan los romances tradicionales, sabemos que lo culto y lo popular son conceptos antagónicos pero complementarios, encarados a su recíproca simetría estética. Alrededor de este planteamiento, Mario Vargas Llosa (Arequipa, Perú, 1936) publica «La civilización del espectáculo», libro que recoge, debidamente comentados y cohesionados, algunos de sus más significativos textos aparecidos en Prensa sobre esta temática. Sin rehuir la polémica (muy al contrario, más bien buscándola), el reconocido novelista parte de una radical dicotomía entre ambas manifestaciones artísticas y, actualizando la cuestión, desprecia abiertamente las formas más vulgares de la cultura masivamente divulgada, desvirtuada así en su misma colectivización.
Amarillismo periodístico

 Por las páginas de este interesante ensayo desfilan, bajo una implacable mirada adversa, el amarillismo periodístico, los argumentos melodramáticos del folletón telenovelesco, la trascendentalización de las mentalidades «new age», el esnobismo intercultural, la banalización política del erotismo, la esterilidad del conocimiento propiciada por la nueva era internáutica, la instrumentalización sectaria de la información, la miopía inherente a toda excesiva especialización, la ausencia en la enseñanza de todo referente religioso, el rechazo a las representaciones simbólicas de la realidad, la dictadura sociológica que marcan los «best-sellers», el olvido de los clásicos como esencia de una tradición, la problemática economía del ocio creativo o el fracaso contestatario del legendario y ya un tanto lejano mayo sesentayochista, entre otros sustanciosos asuntos con los que Mario Vargas Llosa elabora a la vez un nostágico elogio de la alta cultura, entendida como creación y difusión selecta de la mejor belleza crítica posible.

Las nuevas tecnologías, el acceso intensivo a la información o la apertura de las mentalidades sociales han espectacularizado el arte y, si nuestro novelista prefiere a un director como Ingmar Bergman antes que a Woody Allen, éste profetizaba ya el advenimiento de todo este conflicto en aquel librito de señero título: «Cómo acabar de una vez por todas con la cultura».