Bruselas

El ejemplo escocés hace agua

La dimisión de dos diputados del partido independentista SNP por el cambio de postura sobre la OTAN deja en su momento político más bajo a Alex Salmond tras el órdago del referéndum

Alex Salmond, ministro principal de Escocia, durante una conferencia en la que celebra el permiso para celebrar el referéndum de independencia
Alex Salmond, ministro principal de Escocia, durante una conferencia en la que celebra el permiso para celebrar el referéndum de independencialarazon

LONDRES- Alex Salmond atraviesa su peor momento político. El nacionalista quería convertirse en el «Braveheart» del siglo XXI, pero el acuerdo para el referéndum sobre la independencia de Escocia no le está trayendo nada más que problemas. El separatista no sólo ha visto descender su popularidad, sino que sus ansias de poder han puesto en peligro su mayoría en el Parlamento de Edimburgo.

Dos diputados del Partido Nacionalista Escocés (SNP) presentaron ayer su dimisión al no compartir sus planes de futuro para la nación. Su salida deja ahora a la formación con sólo 65 asientos de los 129 que hay en Holyrood. En otras palabras, que Salmond conserva, de momento, su mayoría gracias tan sólo a un escaño.

La decisión de John Finnie y Jean Urquhart –dos históricos del SNP– de abandonar las filas se enmarca dentro de una importante revuelta interna que vive estos días el partido, después de que el líder nacionalista haya dicho que una Escocia independiente tomará otra posición ante la OTAN.

Durante los últimos 30 años, la formación política siempre había mostrado su oposición a la alianza militar. Sin embargo, la semana pasada, durante el congreso anual del partido, se planteó la posibilidad de convertirse en un país miembro en caso de que en 2014, cuando está previsto el plebiscito, Edimburgo corte definitivamente su cordón umbilical con Londres. El escenario es bastante improbable, ya que, según los últimos sondeos, tan sólo el 30 por ciento de los escoceses apoya el sueño separatista, un cinco por ciento menos que en junio y un nueve por ciento menos si se compara con el pasado mes de enero. Pero Salmond no cesa en su empeño por proponer proyectos que lejos de unir a sus filas, no están haciendo otra cosa que separarlas.

La resolución, que afirmaba que Escocia pertenecería a la OTAN pero sin albergar armas nucleares, fue presentada por la cúpula del partido y aprobada tras un intenso debate por 426 votos a favor y 332 en contra. El ministro principal escocés mantiene que «es perfectamente factible» pertenecer a la OTAN y rechazar las armas nucleares, pero los rebeldes consideran el planteamiento completamente absurdo.

Los ánimos andan, por tanto, bastante revueltos y la prensa ya habla de la peor crisis a la que se enfrenta el ministro principal escocés desde que se hizo con la riendas del partido en 2005. La diputada Urquhart era uno de los pesos pesados. Partidaria de la independencia desde hace 25 años y miembro del grupo anti-armas nucleares CND desde hace 35 años, manifestó que cree «en una Escocia independiente, no en una Escocia OTAN-dependiente».

Pero la tormenta no termina ahí. A las críticas de sus propias filas se suman también las de la oposición, que ha acusado al nacionalista de mentir al Parlamento escocés. Salmond defendió que contaba con asesoramiento legal sobre la permanencia en la UE cuando en realidad las consultas se encontraban sólo en fase inicial.

Y es que, a pesar de que el nacionalista quiso tranquilizar a los suyos diciendo que las relaciones con Bruselas no tendrían por qué cambiar en caso de que se alcanzara la independencia, José Manuel Durão Barroso, presidente de la Comisión, dejó muy claro recientemente que cualquier nuevo Estado-nación tendrá que solicitar de nuevo su ingreso en virtud del Derecho Internacional. Esto significaría que una Escocia independiente podría quedar también excluida del Acuerdo de Schengen, que permite la libre circulación sin control de pasaportes. El Partido Nacionalista Escocés se ha gastado hasta 100.000 libras del bolsillo del contribuyente para desafiar ante un tribunal una sentencia que le ordenó revelar si poseen un asesoramiento legal que respalde sus afirmaciones.