Los Ángeles
Colombo cuelga la gabardina
Tímido, olvidadizo, apegado a una gabardina vieja y un Peugeot 403 que era casi una chatarra.
No llevaba pistola y nunca tenía que recurrir a la violencia física para resolver sus casos, la mayoría de ellos en el entorno de la alta sociedad. Le bastaba con hacerse el despistado para acorralar a los malos. Y siempre lo lograba. Peter Falk encarnó al teniente Colombo durante seis años, de 1971 a 1977, un proyecto que primero fue pensado como una película para televisión pero que, tras su éxito, se convirtió en una serie. Por su interpretación del detective que nunca se cambiaba de traje ni de corbata recibió cuatro Emmys y fue diez veces candidato a los Globos de Oro, premio que ganó en 1973. Su inmensa popularidad tuvo su cénit en 1975, cuando su caché subió a 125.000 dólares por episodio. En 1989 el detective tuvo su segunda época dorada en televisión con una serie de telefilmes que se emitían de manera esporádica. Entre sus títulos de crédito la serie contó con destacados profesionales como Steven Spielberg y Jonathan Demme como realizadores de algunos de los episodios y Steven Bochco como uno de los guionistas.
Fuera de la pequeña pantalla, su carrera cinematográfica fue tan prolífica como desconocida. Alternó su faceta de detective catódico con otros proyectos. Uno de los más famosos fue su duelo interpretativo con Alan Arkin en la cinta de Athur Hiller «Los suegros», y entre sus personajes más recordados se encuentran los de las películas «Una mujer bajo la influencia» (1974), «El cielo sobre Berlín» (1987) o «La princesa prometida» (1987). «Tan lejos, tan cerca» y «Un hombre en apuros» fueron otras de las colaboraciones de un intérprete que también destacó encima de las tablas. En 1972 obtuvo un Premio Tony por su papel en la comedia de Neil Simon «El prisionero de la Segunda Avenida», que interpretó en Broadway.
Incapacitado por demencia
Peter Falk nació en Nueva York pero tenía un padre polaco y una madre rusa. A los tres años perdió uno de sus ojos por un tumor maligno, por lo que se le implantó un ojo de cristal, que le otorgó esa peculiar mirada que utilizó para crear su personaje más popular. Pero ésta no fue la única desgracia a la que se tuvo que enfrentar. El intérprete quedó bajo la custodia de su mujer en junio de 2009 después de que un juez de Los Ángeles le declarara incapacitado debido a su demencia senil. Su segunda esposa obtuvo su tutela después de medio año de batalla legal con Catherine, hija adoptiva de Falk. En aquella audiencia, uno de los médicos de Falk confirmó que el actor neoyorquino padecía demencia avanzada y que no podía recordar su pasado como actor ni reconocer a su hija. Falk empezó a mostrar señales de la enfermedad en 2005 y su estado empeoró tras someterse a operaciones dentales y de cadera. La última película en la que intervino fue «American Cowslip» (2009).
Una filmografía breve y exquisita
«La carrera del siglo», de Blake Edwards (1965). Falk era un aristócrata en esta comedia de coches locos y damas con corsé.
«Una mujer bajo la influencia», de John Cassavetes (1974). El «pope» del cine independiente americano le convirtió en el marido de Geena Rowlands.
«Un cadáver a los postres», de Robert Moore (1976). Como si parodiara a Colombo, en esta comedia policiaca era un inspector en una cena de investigadores.
«El cielo sobre Berlín», de Wim Wenders (1987). El ángel que el alemán imaginó paseando por Berlín se encontraba con Peter Falk haciendo de sí mismo.
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