Un hombre blanco de 40 años sospechoso del coche bomba de Nueva York

Veterano de la guerra del Vietnam, Lance, que no ha querido dar su apellido, trabaja como vendedor ambulante desde hace veinte años. «Tengo que ganarme la vida en algo», se justificó. El sábado se convirtió en el último héroe de Nueva York, cuando alertó a las seis y media de la tarde (doce y media de la noche en Madrid) a un policía de que salía humo de un vehículo. Estaba aparcado al lado de su puesto de camisetas en la calle 45, en pleno corazón de la Plaza Times Square donde la avenida Broadway se cruza con la Séptima. El alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, ofreció una rueda de prensa a las dos y cuarto de la madrugada en la que reconoció que «hemos tenido mucha suerte». Por su parte, la secretaria de Seguridad Nacional, Janet Napolitano, admitió que «vamos a tratar este asunto como un posible ataque terrorista». Lapuntaron a que todo fue obra de un aficionado. Pero el vehículo encontrado contenía dos bidones con once litros de gasolina, tres bombonas de gas propano y dos temporizadores. «Si hubiera llegado a explotar podría haber causado muchas víctimas», reconoció Bloomberg. Una vez alertado el agente, el policía comprobó que la matrícula era falsa. Las sospechas confirmaron lo peor cuando vio que en el asiento de detrás asomaba lo que en un prinicipio parecía un paquete. No había tiempo ya para suposiciones: había que despejar la plaza, interrumpir el servicio del metro, donde se cruzan cinco líneas, y desalojar algunos establecimientos. Un robot, rompió las ventanas e inspeccionó el coche. Mientras, una dotación de bomberos esperaba para sofocar las llamas. Pero la bomba falló. El grupo de los Talibán de Pakistán reivindicó en una página web islamista la colocación del coche bomba en venganza por la reciente muerte de dos líderes de Al Qaida en Irak y la de «mártires musulmanes».Sin embargo, la Policía carece de pruebas que vinculen el coche bomba con los talibán. Raymond Kelly, máximo responsable de la Polícia neoyorqina, precisó que en el interior del vehículo también se encontró una caja con ocho bolsas de una sustancia que aún no ha sido identificada, pero que se asemeja a un fertilizante que se puede adquirir en las tiendas, como todo el material que se encontraba en el maletero.

En busca de pistasEl coche fue trasladado a una instalación forense en el estado de Nueva York, en donde los especialistas lo revisan a fondo y analizan si han quedado huellas, pelos u otro material orgánico de quienes lo ocuparon y que pueda revelar nuevos datos. En cuanto al conductor del vehículo, Kelly detalló que una persona se ha puesto en contacto con la Policía porque cree tener imágenes del sospechoso grabadas en un vídeo que hizo cuando el sábado se encontraba en la zona.Agentes policiales se trasladaron a Pensilvania, donde reside esa persona, para estudiar la grabación en la que aparece un hombre caucásico de unos cuarenta años al que se ve quitarse una camisa oscura, meterla en una bolsa y continuar su camino de manera «sospechosa».Mientras las autoridades federales buscaban todavía al sospechoso responsable de la bomba, el nuevo héroe de Nueva York abandonó el lugar de los hechos. «Estoy harto de estar aquí. Me voy. Llevo desde ayer a las seis de la mañana», explicó justo antes de coger un taxi mientras la plaza recuperaba su pulso ajetreado.

LA POLICÍA NO DESCARTA NINGUNA HIPÓTESISTerroristas extranjerosPara perpetrar los ataques del 11-S, Al Qaida utilizó a islamistas árabes que habían entrado legalmente en EE UU. Y la amenaza sigue, a pesar de los controles: el nigeriano Farouk Abdulmutallab intentó derribar un avión en diciembre en Detroit.Islamistas norteafricanosAnwar al-Awlaki, nacido en Nuevo México, adoctrina en Yemen a jóvenes para que atenten contra EE UU. El clérigo tenía relación con el comandante Nidal Malik Hasan, que mató a 13 personas en Fort Hood en noviembre. Como él, puede haber centenares.Extremistas de ultraderechaHace semanas fueron detenidos 9 miembros de una milicia ultraderechista acusados de querer asesinar a varios policías en Michigan. Después planeaban atentar con explosivos durante sus funerales para asesinar a más agentes.