Castilla y León

Todos en la playa

La Razón
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Las tardes bochornosas no ayudan a despejar la mente, al contrario, invitan a sestear arrinconando las ideas brillantes. Antes de las vacaciones nos vendieron desde las Cortes de Castilla y León que nuestros procuradores seguirían al pie del cañón a pesar de los calores. Hete aquí que no. Que en el hemiciclo han echado la persiana hasta nueva orden con mucho lirili y poco lerele. Desde la tribuna de los medios, muy cercanos a los poderes y a sus respectivas oposiciones, da la sensación de que los púgiles necesitan tomar aire. Corren malos tiempos para dedicarse a la cosa pública, por aquello de la crisis y tal, y los últimos años están siendo demoledores para los que ocupan los escaños. Se han puesto muy de moda las comparaciones fotográficas. En la misma página de un periódico parecen dos imágenes, por ejemplo, de José Luis Rodríguez Zapatero. En la de la izquierda no tiene arrugas, su pelo es negro y sus brillos desprenden un brillo especial. En la de la derecha, una sonrisa forzada intenta esconder sin éxito un gesto resignado; en la cabellera luce canas y las patas de gallo se hunden en su rostro. Entre ambas instantáneas no ha pasado demasiado tiempo. Es el precio que ha tenido que pagar. Es sencillo y populista atacar a los políticos, pero es de recibo reconocer sus méritos en medio del temporal. Que descansen, que se pongan las pilas y que nos saquen del agujero. Que escarben en busca de esos brotes verdes y que después de dos campañas nefastas los parados encuentren empleo y todo vuelva a la normalidad.