Conferencia Política PSOE
Rubalcaba está triste
A su alrededor no hay más que desolación por las encuestas y codazos por ocupar un puesto en las listas
Pasan los días, se acerca la cita electoral del 20-N, y en el cuartel general del candidato socialista lo único que crece es la preocupación. Las encuestas son cada vez peores y hasta dan por extraparlamentario al PSOE en provincias como Álava y Zamora. Se teme un resultado peor que el del 77, muy por debajo del que cosechó Joaquín Almunia. Con ese ambiente, ya de lo que se habla es del día después de la contienda, cuando los socialistas tendrán que decidir si sigue Pérez Rubalcaba o si se da vía libre a los que aspiran a sustituirle, que son al menos tres: Carme Chacón, Tomás Gómez y Guillermo Fernández Vara. De manera que el objetivo actual del candidato, más que la victoria, es el de garantizar su pervivencia como jefe de la oposición. Para eso necesita un mínimo de 130 escaños, que los sondeos no le dan. Lo que hace que salten las alarmas y que Alfredo vuelva a hacer una llamada a los suyos para que «salgan a la calle». A la calle a protestar. A la calle a explicar. A la calle a hacer ruido para agobiar a Rajoy e intentar que pierda los papeles un día de estos. A la calle con el 15-M o con los maestros o con los sindicatos o con los de la ceja. A la calle a presionar y en los despachos a pedir con la boca pequeña que se celebre al menos un debate, que el candidato socialista tampoco tiene claro que le pueda beneficiar.
No hay entusiasmo en Ferraz con el cara a cara televisado. Lo piden pero sin demasiada convicción. Está todo tan mal, el país tan hundido, el paro tan desatado, que es complicado transmitir la idea de que, habiendo gobernado ocho años y sido cómplice de Rodríguez Zapatero en todo, pueda tener ahora nuestro hombre la llave para hacer que las cosas cambien.
Y luego está lo de Blanco. A Pepiño le han dejado solo. Le hicieron el vacío el 12 de octubre y nadie sale con convicción a defenderle. Es lo que le faltaba a Rubalcaba. Un caso molesto en plena campaña electoral, que afecta nada menos que al portavoz de su Gobierno, número tres del partido y ministro de Fomento. Blanco es inocente mientras no se demuestre lo contrario, pero a Alfredo el «Caso Campeón» le está descomponiendo.
Rubalcaba está triste y se le nota. A su alrededor no hay más que codazos por ocupar un puesto en las listas. Pero aun entrando en ellas, no es seguro el escaño. En Madrid puede darse la derrota del siglo: 21 diputados para el PP por sólo 10 para el PSOE, apenas seis más que lo que los sondeos conceden a Rosa Díez. Una debacle como no se recuerda.Rubalcaba maniobró para quitarse a Chacón de en medio en las abortadas primarias, pero ahora puede estar arrepintiéndose de haber maquinado para ser candidato. Lo único que le queda es Eta. Que la banda le salve con un comunicado en el que diga lo que él se ha venido trabajando este tiempo: la renuncia a las armas y la apuesta por la vía política. Y aun así no es seguro que le pueda servir de mucho. Tal es la desolación.
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