Nueva York

De su tiempo y más allá por Manuel Borja-Villel

La Razón
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En 1985, volví de Estados Unidos con una tésis sobre Antoni Tàpies. Llegué y me quedé, literalmente, en su casa. La familia Tàpies es mi familia. Luego, dirigí la Fundación, algo más que un museo: es un centro de estudios, no sólo de su obra, si no del arte internacional. No es exagerado decir que no se puede entender el arte español de los últimos 60 años sin él. Primero, porque es un artista que descubre un lenguaje, algo que no sucede siempre. Utiliza la materia, los barnices... Nunca fue un corsé, sino una manera de expresión libre. Incluso sus antagonistas o las personas que mantuvo encendidos debates, éstos fueron fructíferos y muy creativos.

En segundo lugar, Tàpies atraía. Era un personaje que irradiaba energía a pesar de su aparente estado de relajación. Y esta atracción residía en que tenía una vocación ética, política y pública, aspectos que desarrolló en diferentes épocas. Con su vocación ética quería transformar al ser humano, de hay que su obra tuviera para él un cierto carácter mágico y curativos. En su aspecto político, está el Tàpies que se comprometió con el antifranquismo y con la causa de la justicia. Finalmente, tuvo una dimensión pública que representa la creación de la Fundación Tàpies en 1990 dándole una dimensión social a su obra.

En tercer lugar, en un páis donde los pintores pintan y ya está, él tenía una dimensión casi renacentista: pintaba, escribía, era bibliófilo, le interesaba la poesía, la ciencia, la filosofía.

Hay que situar a Tàpies internacionalmente para ver su verdadera influencia. En las décadas de los 50 y 60, siendo todavía joven su obra se expuso en la galerías norteamericanas y europeas, en Nueva York y París, sobre todo. El 57 participa con otros miembros de los informalistas españoles en la Bienal de Venecia y en 1962 el Guggenheim de Nueva York. Está en las grandes colecciones y sus obras están en el MoMA.

Cuando en los años 60-70 se impone la estética minimal, el mantenía su obra gestual, matérica y diría que mística, aspectos que interesaron mucho en Francia y Alemania, dejando impronta en artistas como Beuys o Polke.

Por lo tanto, creo que a Tàpies habría que resituarlo históricamente, como habría que resituar de nuevo todo el arte español. Estoy hablando –y creo que le conocí– de un artista total y pleno. Su vida es el arte . Tàpies, como otros artistas, tiene un «estilo tardío». Un estilo que seda cuando se trabaja con soltura y vuelves a viejos elementos de tu obra.

Manuel Borja-Villel
Director del Reina-Sofía