Venezuela

Carta a un cobarde terrorista

La presidententa de la AVT escribe una carta a Arturo Cubillas
La presidententa de la AVT escribe una carta a Arturo Cubillaslarazon

Carta a un cobarde terrorista:

Cobarde, terrorista, asesino despiadado. Me sobran las palabras para definirle. Cobarde porque no tuvo los arrestos de enfrentar sus delitos. Ni siquiera eso tuvo. Huyó como una exhalación, como el cobarde que es, porque no podía enfrentarse a la cárcel, pero sí fue capaz de asesinar sin piedad ni compasión. Tan cobarde es, que buscó un santuario donde esconderse, un lugar donde la impunidad campa a sus anchas, donde los terroristas no son extraditados, donde los asesinos trabajan para un Gobierno, donde los individuos de su calaña viven una apacible vida lejos del horror que causaron.

 Sí, los terroristas disfrutan de un apacible «retiro» en el Caribe, en Venezuela. Un retiro donde, seguro, van a la playa a diario y departen con un Gobierno que les da trabajo y cobijo; un Gobierno al que no le importa, en lo absoluto, que son fugitivos, terroristas asesinos, pendientes de ser juzgados por sus atroces crímenes. Me dicen que debo llamarlo «presunto asesino», cuando todos sabemos que es un asesino que huyó para no tener que enfrentar, en un juicio, la mirada digna de sus víctimas.

La vida de una víctima del terrorismo, mi vida, es muy distinta a la suya. Las víctimas no tuvimos la oportunidad de exiliarnos de nuestro dolor, no tuvimos la oportunidad de huir hacia adelante. Porque nuestro dolor sigue perenne en nuestros corazones a diario, porque a diario nos lo recuerdan: porque a diario más asesinos salen a la calle con beneficios penitenciarios. Porque tenemos que seguir viendo cómo asesinos despiadados se burlan de nosotros en los juicios. Porque tenemos que seguir paseando por ciudades empapeladas con el rostro de los asesinos de los nuestros. Porque seguimos escuchando del Gobierno que los terroristas tienen «derecho a la reinserción». No, no la tienen hasta que paguen sus penas íntegras. No admitimos más tomaduras de pelo donde se nos aseguren presuntos arrepentimientos de asesinos que ni siquiera envían sus supuestas cartas de arrepentimiento a sus víctimas directas.

 No, no puedo llamarlo de otro modo que no sea cobarde. Porque sólo un cobarde se escuda en la distancia de los miles de kilómetros que nos separan, con un océano de por medio, para arremeter contra una víctima –pero, ¿qué se puede esperar de los terroristas que sólo tienen valentía para apretar un gatillo por la espalda pero no para enfrentar el dolor que causan?– para arremeter contra mí y contra mi hija. Le recuerdo que son casi mil las víctimas –padres, hermanos, hijos– que ya no están entre nosotros, por sanguinarios como usted, que nos las arrebataron. Porque cobardes terroristas como usted consideran que el asesinato es lícito para imponer sus ideas, aunque luego tengan el descaro y la poca vergüenza de hablar de democracia. Si tan demócrata es, tenga la valentía de enfrentar la Ley del Estado de Derecho. No se oculte más tras las faldas de Hugo Chávez, quien como presidente de un Estado debería colaborar en la extradición de terroristas. La Ley internacional es igual para todos; y es labor de la comunidad internacional hacer caer todo el peso de la Ley, del Derecho Internacional, sobre Venezuela y su presidente.

Es nauseabundo conocer la vida que lleva, plagada de «normalidad». Es nauseabundo, porque las casi mil personas que usted y los suyos asesinaron, los más de 19.000 afectados, ya no pueden hacer esa vida. Nuestros mil muertos yacen en cementerios donde son visitados por sus familiares con todo su dolor y amargura, donde tratan de hacerles saber qué vida quedó y viven, tras el fatídico día. Quienes sobrevivieron no han podido jamás volver a tener una vida normal. Es nauseabundo conocer la «normalidad» de su vida, porque esa vida es la que usted y los suyos destruyeron para esas casi mil víctimas y los suyos.

Quiero que sepa que la palabra valentía es una palabra que le queda muy grande. A los terroristas de ETA y a todos quienes les apoyan, a todo su entramado social, cultural, económico y político. Valentía es lo que tenemos las víctimas que seguimos enfrentándonos a los terroristas como usted todos los días. Con dignidad y reclamando justicia para los nuestros. Y demostrando un nivel moral que jamás atisbarán ustedes: el de no tomarnos la venganza por nuestra mano. Nuestra altura moral está a años luz de la suya, afortunadamente. Por la memoria de los nuestros, aquí estaremos esperándole, Arturo Cubillas. ¿Será capaz de venir?


Ángeles Pedraza. Presidenta de la AVT