Asia

Kabul

«Ben Laden no era un hombre valiente»

Entre 1992 y 2001, realizó diez viajes al corazón de un país destrozado por la guerra: Afganistán. Wojciech Jagielski es uno de los periodistas que mejor conoce la realidad de ese país y de los talibán. Volcó sus recuerdos, notas y reportajes en «Una oración por la lluvia» (Debate) y ahora acaba de publicar en España «Torres de piedra», centrado en el conflicto de Chechenia.

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–¿Qué opina de la muerte de Osama Ben Laden?
–Aunque no era un líder operativo de Al Qaida en los últimos años, su muerte ha sido el hecho más importante en lo que se ha venido a llamar «guerra contra el terror». Me sorprende que haya podido ocultarse tanto tiempo. Esto prueba la debilidad de los servicios de inteligencia de todo el mundo. Era obvio que sólo su muerte detendría su trayectoria. Y eso fue lo que planeó para sí mismo. Aunque no era un hombre valiente, no era de la clase de combatientes que se inmolan en plena yihad.

–¿Cuáles van a ser las consecuencias inmediatas?
–Su muerte será un gran soplo de aire para sus seguidores. Quizá no fuera un líder militar, pero era un gurú para ellos. Será difícil sustituirle. No me sorprenderá que Al Qaida quede más descentralizada y más concentrada en una red de terrorismo regional. Será global, pero con intereses más locales.

–¿Qué significa para Occidente?
–Para Occidente, la muerte de Ben Laden puede ser un esplendido pretexto para proclamar una victoria contra el terrorismo y para empezar una retirada de las tropas de Afganistán. Para Afganistán puede ser el comienzo de una guerra civil. Algo parecido a lo que ocurrió en 1992 tras la retirada soviética. Su muerte puede crear conflictos entre EE UU y Pakistán, y tras la retirada norteamericana, Pakistán intentará derrocar al Gobierno afgano instalado por ellos en Kabul.

–¿Cree que el Gobierno paquistaní ocultó a Bin Laden?
–No hay pruebas que demuestren que Pakistán estuviera ayudándole. Pero también es difícil creer que pudiera ocultarse tantos años en un lugar como Abbottabad.

–¿Habría sido posible juzgarle en una corte internacional?
–Creo que sí. El hecho de que haya sido asesinado no es un triunfo para la civilización occidental. Lo habría sido si hubiera sido juzgado y sentenciado. ¿Que sus partidarios pudieran intentar liberarle de la prisión? Nadie intentó liberar a Sadam o a Milosevic, ni irrumpir en la prisión de Guantánamo.

–¿Se desarrollarán franquicias independientes de Al Qaida?
–Con él, los comandos de Pakistán, Yemen o Irak empezaron a pensar globalmente. Ahora se centrarán otra vez en sus propios conflictos.