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Un «Otello» casi redondo

La Razón
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Festival de La Coruña
«Otello» de Verdi. Voces: M.Berti, A. Arteta, C. Sgura, F. Corujo. Orquesta Sinfónica de Castilla León. Dir. musical: M.Gómez Martínez. Dir. escénica: G.Ciabatti. Palacio de la Ópera. La Coruña, 2-IX-2010.


«Otello» es una de las óperas más difíciles del repertorio, debido a las exigencias canoras e interpretativas del protagonista. Para todos los tenores, de líricos llenos a dramáticos, ha sido siempre un reto y muy pocos –Corelli es quizá el ejemplo más relevante– han evadido la tentación. En el recuerdo de los aficionados el Otello de Mario del Monaco y en el de los más jóvenes el muy diferente de Plácido Domingo. Los rusos han sido sus defensores frecuentes en los últimos tiempos y actualmente se programa menos a causa de la carencia de tenores adecuados. Los Amigos de la Ópera de La Coruña han apostado fuerte y aceptado un gran riesgo al hacer debutar como moro a Marco Berti, a quien obviamente le interesaba por la razón apuntada. No sólo eso, sino que también decidieron que lo hicieran Ainhoa Arteta y Claudio Sgura como Desdémona y Yago respectivamente. Desconozco un reto similar en parte alguna del mundo en los últimos años y el experimento se ha salvado con un gran éxito.
Muy artífice de él fue la briosa dirección de Gómez Martínez, que sacó excelente rendimiento a la Sinfónica de Castilla León y encauzó a unos debutantes a los que naturalmente les faltaba rodaje. Sgura ha cantado «I Due Foscari» en la emblemática Parma, pero la voz resulta algo mate y pequeña para Yago, quedando poco audible en su dúo con Otello. Ainhoa Arteta sigue la línea que, con un instrumento muy lírico, obligatoriamente ha de seguir como Desdémona. Es la línea de una Te Kanawa y por ello notable en el dúo final del primer acto y muy bien en la «Canción del Sauce» y el «Ave María».


El Otello del futuro
A Berti le corre la voz en el papel y será el Otello de los próximos años una vez que se dosifique, mida más y coordine con el fiato sus muy encaminadas intenciones. Será entonces –y habrá que esperar el debú de Armiliato– el Otello italiano de los años venideros y La Coruña aparecerá en su biografía en lugar especial.
Colaboró bien el resto y el éxito habría sido delirio si a los decorados tradicionales y limpios de la coproducción con Trieste se hubiera unido una auténtica dirección de escena. La rareza de un «Guillermo Tell» íntegro y una «Hija del regimiento» con Cioffi y Albelo configuran las próximas citas coruñesas.