Agricultura

Hidropónicos por Ramón TAMAMES

Hidropónicos, por Ramón TAMAMES
Hidropónicos, por Ramón TAMAMESlarazon

En esta columna nos hemos ocupado en varias ocasiones de temas relativos a nuevas formas de agricultura innovadora: producción vertical (torres agrarias), especies perennes para determinados cereales, rescate de CO2 para aumentar rendimientos en los invernaderos, biotecnología, etc.
Hoy dedicamos estas líneas a los cultivos hidropónicos, que constituyen una base de gran potencial de cara a las previsiones de la FAO para el 2050: con un crecimiento del 30 por 100 sobre la población actual, será preciso ofrecer un 70 por 100 más en alimentos, porque muchos países emergentes y en vías de desarrollo aspiran a mejores dietas que en el pasado, con más carne, lácteos, pescados, hortofrutícolas, etc.
Como ha subrayado Glenn Collins en The New York Times, el cultivo de hidropónicos –producir vegetales sin necesidad de tierra— significa que no será preciso roturar mayores extensiones de suelo para acrecentar la disponibilidad de alimentos. Incluso podrán conseguirse nuevas cosechas en las azoteas de los edificios.
Además, en la producción hidropónica, el agua se recicla indefinidamente, de modo que acaba por consumirse sólo una décima parte de la que es necesaria en la agricultura convencional de intemperie, sustituyéndose el soporte tierra por finas películas de agua rica en nutrientes. Los partidarios de los hidropónicos enfatizan más ventajas: proximidad entre las nuevas huertas y el consumo, calidad y frescura de los productos conseguidos, y creación de puestos de trabajo en zonas urbanas. Todo ello, con un control científico de temperatura, humedad, dióxido de carbono, intensidad lumínica, fertirrigación, etc. En definitiva, la emergencia de la agricultura hidropónica, con rendimientos diez veces los de los cultivos tradicionales, significa que el sector agrario, en vez de ser retardatario, es cada vez más innovador y promisorio para una población humana que seguirá creciendo por un siglo.