Ferias taurinas

Aquí manda el arte

Aburrido de vulgaridades, el público llena las plazas al reclamo de los toreros más clásicos, de los que entienden la tauromaquia como una forma de expresión, como un sentimiento, como un arte.Y el arte sublime de Morante se desparramó toda la tarde en lances de mecer al toro, en medias verónicas de muñecas muertas y en esas chicuelinas flamencas en las que, más que torear, alguien de la Puebla baila.

Morante de la Puebla, en una imagen de archivo, torea sentado en una silla, al igual que ayer en El Puerto
Morante de la Puebla, en una imagen de archivo, torea sentado en una silla, al igual que ayer en El Puertolarazon

Y en una faena, en una intensísima faena, que acabó con el gentío arrancado por bulerías. Las series fueron de ligazón asfixiante, como versos de rima libre encadenados en un poema de patetismo puro. Y también de ángel cuando cimbreó la cintura en esos naturales que eran naturales, en esos redondos que eran hondos y en esa trincherilla que fue de llorar. Al quinto lo banderilleó junto a Manzanares, luego pidió la silla de enea y creó una obra a golpe de inspiración, a fuerza de magia, al modo de un genio. Porque Morante es el genio y Manzanares, una especie de poderío mayiestático. Dibujó muletazos de gran hondura con su primero, y un cambio de mano de clamor. Le plantó cara a su segundo con técnica, ambición, y un toreo poderoso y escultural en una faena de enorme relevancia como respuesta al suceso morantista. Y se arrebató en el sexto, al que desbravó con la profundidad que merecía tan honda embestida en varios muletazos que dejaron roncas las gargantas. Letal con la espada, empató a orejas con el genio. La muchedumbre los sacó a hombros y luego huyó feliz por las calles de El Puerto jurando volver. En el toreo, manda el arte.