Botiquín de emergencia en la despensa por Miguel Ángel ALMODÓVAR

El estrés cotidiano originado en el trabajo, la atención de la prole, la creciente dificultad en cualquier proceso, desde el abre fácil imposible de las latas hasta la discusión «ad eternum» con una cinta pregrabada, junto a la persecución cainita de la autoridad dentro de ese esquema que ha reconvertido la sanción en una forma solapada de impuesto, deriva siempre en ansiedad y ésta en un continuo de alteraciones y trastornos del metabolismo nutricional, en sobrepeso y mal humor.

La ansiedad genera una necesidad imperiosa de incorporar al organismo sustancias, normalmente dulces y grasas, que eleven los niveles de serotonina, para obtener sensaciones compensatorias al estrés. Combatir este estado y cortar la línea en algún punto, exige dotar a la despensa y al frigorífico de alimentos que, ante el eventual asalto, ayuden a combatir esa ansiedad. Ricos en vitaminas del complejo B, como cereales integrales, nueces y verduras de hoja verde; abundantes en magnesio, tal que germen de trigo, acelgas y orejones; y en fósforo, como plátano y lecitina de soja.