Conciliación

Vaya humos

La Razón
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Supongo que si todos nos hubiéramos comportado de una manera lógica, educada y anteponiendo el sentido común, la Ley Antitabaco no se hubiera ni planteado. Si el fumador y el no fumador no hubiesen actuado como adalides de una malencarada libertad, calibrando sus respectivos niveles de testosterona y estrógenos, no estaríamos anegados en este pasajero atolladero vicioso. Pero eso hubiese sido demasiado fácil y, ¿para qué? Cuesta entender la inutilidad de nuestros representantes a la hora de elaborar las leyes, llenándolas de ambigüedades, lagunas, contradicciones e imposibles.
Ha pasado con la Ley del Menor, con la Ley contra la Violencia de Género, y ahora con la Ley Antitabaco. No entiendo porque tienen que convertir a los hosteleros en sucursales desarmadas de la Policía montada del Canadá y obligarlos a montarla en su local cada vez que haya un energúmeno, fumador o no, que le deje en la cabeza 16 puntos de sutura o le mente a su santa madre. ¿No sería más sencillo ir contra quien comete la falta? Tampoco entiendo las actitudes de los dueños de asadores que se creen por encima de la ley y del resto, gritando a los cuatro vientos, siempre que haya un micrófono cerca- que hasta que no venga un juez y le cierre el negocio no cumplirá la ley. Pues mire, el juez ni se va a pasar por su asador ni le va a cerrar nada, se limitará a ponerle una multa económica.