Sevilla
Ortega Cano: el hombre que perdió la sonrisa
«No puedo más. Es una presión tremenda que está alterando mi vida y mi salud», zanjó Ortega Cano (Cartagena, Murcia, 1953) ante las barbaridades que sobre él ha escuchado durante años de boca de sus hermanos y cuñados. El miércoles se cumplieron cinco años del fallecimiento de Rocío Jurado.
Desde entonces, cada 1 de junio el diestro viaja a Chipiona para depositar sobre su tumba un corazón de claveles rojos. Esta semana, el homenaje a la más grande ha sido suspendido por respeto a su viudo, que continúa ingresado con pronóstico grave y conectado a ventilación mecánica en el hospital universitario Virgen Macarena de Sevilla. Quien sí estuvo allí para rezar a la Virgen de Regla por la más grande y la mejoría del torero fue su cuñado Amador Mohedano. Lejos de dejar reposar las rencillas, ha asegurado que no volverá a visitar a su cuñado, aunque le ofrecerá todo su apoyo: «Si José se despierta, estaré allí. Si necesita mi sangre para las transfusiones, estaré allí, pero no quiero saber nada más de su familia», advirtió. Sin embargo, Eugenio Ortega Cano también es especialista en entrar al trapo, a pesar de los intentos que tanto cuestan al diestro de llevarse bien con todos. Acusó a los Mohedano de proferir graves insultos al torero.
Vorágine mediática
«Parezco un fugitivo, pero no huyo solo, porque siempre, siempre, ella viene conmigo (…), aunque no esté aquí, es como si estuviera: voy a ser el hombre que la va a seguir amando toda su vida», confesó a «¡Hola!» después de la muerte de la tonadillera. Han sido cinco años sumido en un estado de ánimo muy bajo que le llevó a dejar de ser el hombre sonriente. María Ángeles Grajal, esposa del torero Jaime Ostos y amiga de Ortega, explica que «José tuvo la suerte de casarse con una mujer que era la más grande. Al desaparecer, fue un golpe duro». Tanto que convirtió en un santuario la finca Yerbabuena, situada en Almadén de la Plata (Sevilla), escenario de su boda con Rocío. Ortega siempre se ha definido como un hombre tranquilo y trabajador. «Es un caballero», aclara Grajal. ¿Su calvario? La vorágine mediática siempre alimentada por su entorno. «Su profesión es muy dura, se necesitan condiciones físicas y mentales concretas. Se pasan la vida toreando y cuando se retiran, es un vacío que casi ninguno llega a llenar. Es el momento del éxito, la gloria, debe de ser muy complicado», matiza Grajal.
Los ataques contra el matador cada vez se volvieron más virulentos e incluso se vio obligado a defender su «hombría» –«si fuera homosexual no sería un delito», sentenció–, e incluso tuvo que dar explicaciones por su polémica vuelta a los ruedos en 2001 ante la incredulidad de otros matadores que consideraban que no estaba preparado. Durante su regreso ha sufrido varias cornadas –el año pasado padeció un edema cerebral en Yerbabuena al ser alcanzado por un becerro en una tienta–, así como problemas cardiacos, que a veces se agravan con el estrés y la ansiedad que le provoca escuchar algunos comentarios malintencionados. Un problema de salud también le costó las fotos en las que apareció de la mano con Rocío Galán, una mujer 21 años menor que él. Desmintió que fuera su novia. Sin embargo, la explosión mediática no hubiera sido la misma si la jerezana no hubiera estado vinculada en la Operación Toscana, que desmanteló una organización dedicada a la explotación sexual.
El último comentario sobre los planes de futuro de su hijo José Fernando, de 17 años, le han echado años encima. Niega que el chico, a quien adoptó en Colombia junto a Gloria Camila, de 15, esté esperando a cumplir la mayoría de edad para recibir su parte de la herencia y marcharse de España. Según María Ángeles «los dos hijos estan haciéndole muchísimo bien, y él a ellos». Ríos de tinta han corrido también sobre la fría relación entre la hija de la dama de la copla y su padrastro. Sin embargo, a la hora de la verdad, fue una de las primeras personas en acudir al hospital tras el accidente. En caso de que algo grave le sucediera, ella se quedaría con la custodia de sus hermanos, según un documento que la tonadillera firmó junto a su marido antes de morir y que se encuentra en un registro notarial.
Su vida, un serial. Rafael Rojas interpreta a Ortega Cano
La cadena estrenará una serie de televisión sobre Rocío Jurado, y el diestro está interpretado por Rafael Rojas (en la imagen). El actor cuenta que «no tengo el gusto de conocer a Ortega Cano,pero lamento mucho su situación y la muerte del otro». Se siente descolocado por el momento en el que le ha tocado al proyecto. Leyendo el guión «tuvimos que parar porque había momentos muy duros. Era una pareja que tuvo éxito, pero que ha debido pasarlo realmente mal».
✕
Accede a tu cuenta para comentar